117. Cuento popular castellano
Pues era un señor que estaba muy
arruinado, pues tenía bastante familia y lo pasaban muy mal. Y decidió
marcharse a buscar la vida. Y andando, andando, llegó a un monte donde había
una casuca. Y había dos hombres a la puerta de la casuca. Se acercó a pedirles
limosna, y ellos dicen:
-¿Adónde va, buen hombre?
-A buscar la vida para mantener a mi
familia.
Y le mandaron pasar a que se
calentara, porque tendría frío. Y en la casa había doce hombres. Y después de
sentarse, le preguntó uno que qué tal era enero en su tierra. Y le contestó
que había unos días buenos y otros días malos. Y le preguntó luego otro:
-Y, ¿febrero?
-Febrerillo el corto le dicen. Sus
días son veinte y ocho, y si es bisiesto, veinte y nueve. Y en febrero busca la
sombra el perro.
-Y, ¿marzo? -le dice otro.
-Marzo, abre la boca el lagarto. Hace
unos días aire; pero hace bueno.
-Y, ¿abril?
-Pues, bocadillos y dormir.
-Y, ¿mayo?
-En mayo florecen todas las flores,
cantan todos los pajarillos. ¡Qué alegría!
-Y, ¿junio?
-En junio hace ya mucho calor.
-Y, ¿julio?
-Empieza la siega, la alegría de los
labradores.
-Y, ¿agosto?
-En agosto sigue haciendo buen
temporal.
-Y, ¿septiembre?
-En septiembre viene la alegría de
funciones.
-Y, ¿oztubre?
-Se hace la recolección de las uvas.
-Y, ¿noviembre?
-En noviembre suele llover; pero es
benigno.
-Y, ¿en diciembre?
-En diciembre hacen días de niebla;
pero hace bueno.
Ahora, al tiempo de salirse, le dan
una porra y le dicen:
-No la use usted hasta llegar a su
casa. Y pondrá una mesa y dirá: «¡Cachiporra, compónte!», y la mesa se llenará
de ricos manjares, de ropa y de dinero.
Llega él a su casa y llama a su mujer
y sus hijos.
-¡Ahora sí que vamos a ser ricos!
Traigo la felicidad.
Y les dice que cierren las puertas y
que traigan una mesa. Y la mujer, asustada, creía que les habría
traído la ruina.
-¡No, no es eso! ¡No te asustes! Traen
la mesa, y entonces dice:
-¡Cachiporra, compónte!
Y se llenó la mesa de ricos manjares,
y la casa de ropa y dinero.
En poco tiempo se hicieron muy ricos.
Y ya todos en el pueblo decían de dónde habrían ganado todo lo que tenían y les
tomaron mucha envidia. Y un vecino de ellos, que también era pobre, le decía
que qué era lo que había hecho; de dónde le había venido, pues él también
estaba muy mal -que se lo tenía que decir, para ver lo que había hecho. Y él no
quería decírselo; pero al fin se lo dijo.
Y se marchó él también a buscar la
vida. Y ya, andando, llegó a un monte donde había una cueva, y dos hombres
afuera a la puerta. Y se arrimó allí. Y le dijeron que adónde iba. Y les dijo
que a buscar la vida. Le mandaron entrar y calentarse.
Y en la cueva había doce hombres. Y
después de sentarse, le preguntó uno que qué tal era enero en su tierra. Y dijo
que muy malo; que hacía mucho frío, y caían muchas heladas. Le preguntó otro:
-Y, ¿febrero?
Contestó que si malo era enero, peor
era febrero.
-Y, ¿marzo?
Si malo era febrero, peor era marzo:
-En marzo caen muchas neviscas, que no
se pueden sufrir, de aire frío.
-Y, ¿abril?
-En abril..., en abril no deja de
llover. No se puede ganar nada.
-Y, ¿en mayo?
-Mayo..., mayo... Hace algo bueno;
pero al último hay días que hace bastante malo.
-Y, ¿junio?
-Pues, en junio hay días que hace
tanto calor que no se puede estar en ningún sitio.
-Y, ¿julio?
-¡Vaya, julio!... ¡julio!... Hay unos
días que hay unos nublados que no se puede aguantar lo que apedrea.
-Y, ¿agosto?
-¡Vaya, agosto!... ¡Agosto, el frío en
el rostro!
-Y, ¿septiembre?
-¡Oy! En septiembre, septiembre, hay
algunos días al último que ¡frío, frío, frío!...
-Y, ¿oztubre?
-Pues, en oztubre vas a vendimiar. Hay
días que hay que poner lumbre en las viñas, que no se puede aguantar el frío
que hace.
-Y, ¿noviembre?
-Noviembre, ¡todo el día lloviendo!...
-Y, ¿diciembre?
-Mira -dice, pues, en diciembre no
deja de nevar y helar. En fin, ¡todo muy mal!
Al tiempo de salirse, le dan una porra
y le dicen:
-Bueno, pues tenga usted esta
cachiporra. Cuando llegue usted a casa, diga usted: «¡Cachiporra, compónte!»
Cogió la cachiporra y se marchó a su
casa. Y la dice a la mujer:
-¡Ahora sí que vamos a ser ricos!
Traigo la felicidad que ha traído nuestro vecino.
Y le dice la mujer:
-Siempre nos habrás traído la ruina.
-¡No, mujer!... ¡Trae la mesa! ¡Trae
la mesa! Preparan la mesa, y él dice:
-¡Cachiporra, compónte!
Y empezó la cachiporra -a él el
primero- a darle buenos cachiporrazos. Y a la mujer y a los hijos después. Y
decía la mujer:
-¡Bien te decía yo que habrías de
traer la ruina a la casa!
Peñafiel,
Valladolid. Narrador
XI, 29 de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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