150. Cuento popular castellano
Las brujas iban a bailar todas las
noches al campo de Cansoles, junto a Guardo.
Y había una hija y una madre que las
gustaba mucho el baile. Y la hija era muy guapa.
Sucedió una vez que, pasando un pobre
por Cansoles, fue a pedir posada a la choza donde estaban las dos brujas. Las
brujas le mandaron entrar y, después de darle de cenar, le mandaron que se
acostase en un escaño que tenían allí en la cocina.
El pobre hombre se acostó; pero no se durmió.
Hizo que estaba dormido, pero estaba despierto. Las brujas entraron y le
amarraron bien con un cordel al escaño, y, a eso de las doce, levantaron un
ladrillo del suelo de la cocina y sacaron un frasco con unturas, y con ello se
untaron toda la cara, los ojos, las manos, los pies y el ombrigo. Y entonces
dijeron:
-¡Por encima de zarzas y espinos, a
bailar al campo Cansoles!
Y salieron volando.
Y el pobre, que todo lo estaba viendo,
pudo desatarse un brazo, levantar el ladrillo y sacar el frasco del ingüento
que tenías las brujas. Se untó la cara, las manos, los pies y el ombrigo, y
dijo:
-¡Por encima de zarzas y espinos, a
bailar al campo Cansoles!
Y salió disparao como un rayo, con
banco y todo.
Él, que llegó a Cansoles y vio el
baile que tenían las brujas, tanto le gustaba la hija del ama que la fue a
sacar a bailar. Y estando bailando, fue a dar una vuelta con el banco y quitó
las narices a la bruja joven.
Cuando volvieron para casa, el pobre
ya se había marchao antes que ellas, de manera que le hallaron acostao en el
banco, como ellas le habían dejao.
Por la mañana, al levantarse, la
preguntó a la bruja joven que qué la había pasao, que tenía las narices
tapadas. Y ella le contestó que en un baile que habían tenido, al dar una
vuelta se había dao contra un poste y se había roto las narices.
Y ya el pobre se marchó. Y las brujas,
pues siguen bailando entavía en Cansoles.
Morgovejo,
Riafio, León. Narrador
LXV, 20 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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