109. Cuento popular castellano
Era un rey que tenía un hijo. Y ese
hijo quería casarse y no encontraba ninguna mujer que le gustara. Todas las que
veía, no le parecía ninguna buena para casarse con ella. Y ya él se había quedao
muy triste, andaba muy triste. Y se encontró con una vieja y la dice:
-¿Qué me da: usted para aliviar esta
pena que tengo? Que quiero casarme y no encuentro ninguna mujer que me guste.
Dice ella:
-¡Ah, señor! Pues, ¡compre usted tres
naranjas y las abre usted!
Conque fue el hijo del rey y compró
las tres naranjas. Y abrió ,la primera, y se le apareció una n mujer muy guapa,
muy guapa. Y la -dijo él:
-¿Lo traes todo completo?
Dice ella: mira. Traigo el peine, el
peinador, el escarpidor y la palangana. Sólo me falta el agua.
Dice él:
-Pues, ya no te quiero.
Y la tiró. Y abrió otra naranja. Y
salió otra mujer más guapa que la primera. Y la preguntó lo mismo: ¿Lo traes
todo completo?
Dice:
-Sí, mira. Traigo el peine, el
peinador, el escarpidor, la palangana y el agua. Sólo me falta el jabón.
Y dice él
-Pues, ya no te quiero.
Y la tiró también. Y abrió la última.
Y salió úna mujer mucho más guapa que las otras dos, con un niño en los brazos.
Y la preguntó él:
-¿Lo traes todo completo?
-Sí -dice-. Mira: traigo el peine, el
peinador, el escarpidor, la palangana, el agua y el jabón. Y vengo peinada. Y
dice el hijo del rey:
-Pues, contigo me caso.
Y luego dice:
-Y, ¿dónde te pondría yo mientras iba
por un coche para llevarte a mi palacio?
-Pues, mira -dice. Súbeme a ese
árbol. Y ahí te espero a que vengas.
-Y estaba orilla de un río. YY todos
los días iba una monta por agua. Y aquel día, al llegar allí, vio ella la
sombra de la señorita, muy guapa. Y creía la morita que era ella. Y dice:
-¡Yo ser tan guapa y venir a por agua!
¡Rompo el cantarito y me marcho a mi casa!
Rompió el cantáritó y se fue a su
casa. Pero su madre la dio otro y la volvió a mandar a por agua,, Y al llegar
allí, vio la sombra otra vez tan guapa. Pues; dijo lo mismo:
-¡Yo ser tan guapa y venir a por agua!
¡Rompo el cantarito y me marcho a mi casa!
Y fue su madre y la dio uno de hoja de
lata. Y al llegar allí, vio la sombra otra vez y dijo lo mismo:
-¡Yo ser tan guapa y venir a por agua!
¡Rompo el cantarito y me marcho a mi casa!
Pero le tiró; y como era de hoja de
lata, no se rompió. Coge una piedra y le empieza a machacar. La señorita que
estaba en el árbol, al ver cómo machacaba el cántaro, pues se echó a reír. Y
miró la morita y dice:
-¡Ah, buena señora! ¿Es usted?
-Sí; soy yo.
Y la contó que estaba esperando al
hijo del rey.
-¿Quiere usted que la suba a peinar?
Dice:
-No, señora; muchass gracias. Dice:
-¡Ah, si la he de poner muy guapa! Y
verá que cuando, venga el hijo del rey, le ha de gustar usted más.
Tanto insistió que. subió. Y según la
estaba peinando, fue y la metió un agujón por la cabeza. Y se volvió palomita y
se echó a volar. Y fue la morita y se sentó allí. donde se estaba la señora. Y
en esto que llegó el hijo del rey con el coche, y dice:
-¡Oh, me parece que no eres tú la que
yo he quedao aquí!
Dice:
-¡Ah, sí! Sólo que como me has quedao
al sol y al aire, me he curtido.
Y su madre, cuando fue por el coche,
le dijo:
-A ver si vas a traer por ahí a alguna
peluja que sea fea y no nos guste.
Dijo él:
-No, madre; es muy guapa.
Al llegar con la mora tan fea y tan
negra, pues su madre se enfada:
-¡Vaya la que me ha traído!
Sale el jardinero al jardín y ve una
palomita que está diciendo:
-Jardinerito del rey,
¿qué tal te va con la reina mora?
-Muy bien, señora.
-Y, ¿el niño?
-A veces ríe y a veces llora.
-¡Pobrecita de mí, por estos campitos
sola!
Y se marchó.
Y al día siguiente volvió la palomita
y le volvió a decir al jardinerito igual:
-Jardinerito del rey, ¿qué tal te va
con la reina mora?
-Muy bien, señora.
-Y, ¿el niño?
-A veces ríe y a veces llora.
-¡Pobrecita de mí, por estos campitos
sola!
Fue el jardinerito y se lo dijo al
hijo del rey. Y le dijo éste:
-Cuando venga mañana, la coges.
Fue la palomita y se dejó coger. Y
estando comiendo, le llevó la paloma. Y dice el hijo del rey:
-¡Ah! ¡Qué bonita es la palomita!
Y la puso en la mesa. En el plato del
hijo del rey comía y en el de la morita cagaba. Dijo la morita:
-¡Qué sucia! ¡Qué sucia! ¡Llevarla a
matarla! Dijo el rey:
-Mire lo que tiene aquí en la cabeza.
Y dice la mora:
-¡Dejárselo! ¡Dejárselo!
Pero fue el rey y tiró de ello. Y se
volvió la señorita tan guapa, tan guapa.
Y ya contó ella lo que la había pasao
con la mora. La ataron con cadenas y la dieron de zurriagazos. Y vivieron
felices.
Medina
del Campo, Valladolid. 4
de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
No hay comentarios:
Publicar un comentario