122. Cuento popular castellano
Éste era un rey que tenía tres hijas.
Y dice un día a su mujer:
-Voy a ver quién de las tres hijas me
quiere más.
Las llamó y las dijo:
-A ver quién me quiere más.
La primera dice:
-Como a mi vida.
La segunda:
-Como a mi alma.
Y la más pequeña le dijo que como la
sal al agua. Y entonces el padre la dice:
-¡Ingratona! Tú no me quieres.
¡Márchate de casa!
Recogió la ropa y se marchó. Y llega a
un pueblo y pide posada. La dice a la dueña si encontraría ella donde servir.
Y la enseñó a una casa. Se fue para allá y la dice la dueña que era pequeña;
pero un hijo que estaba allí la dijo que la cogería aunque fuera para ir con
los pavos. Y la madre aceztó.
Fue con los pavos. Y una vez en el
campo se arrimaba a una fuente, se peinaba y se lavaba. Se quitaba el vestido
de encima y se quedaba con uno lleno de perlas. Y les decía a los pavos:
-¡Pavín, pavin! Si me vería el hijo
del rey, ¿se enamoraría de mí?
Y los pavos contestan:
-¡Que sí, que sí!
Tira el palo y mata a uno. Lo coge y
va a casa. Y la dice al ama:
-Ama, un pavo se ha muerto.
-Déjalo, boba. Lo cenaremos.
Y al día siguiente llegó con los pavos
al mismo sitio. Se peinó y se lavó y se quitó el vestido. Y vuelve a decir a
los pavos:
-¡Pavín, pavín! Si me viera el hijo
del rey, ¿se enamoraría de mí?
Los pavos contestan:
-¡Que sí, que sí!
Tiró el palo y mató a uno. Le cogió y
se fue a casa. Y la dice al ama:
-Un pavo se ha muerto.
Déjalo. Lo cenaremos.
Pero el hijo, que lo estaba oyendo,
dice a la madre:
-Mañana la acecho.
Al día siguiente se fue con los pavos.
Y el hijo se fue detrás. Se subió a un árbol. Y ella, en llegando a la fuente,
se peinó y se lavó y se quitó el vestido de encima. Y vuelve a decir a los
pavos:
-¡Pavín, pavín! Si me viera el hijo
del rey, ¿se enamoraría de mí?
Y los pavos contestan:
-¡Que sí, que sí!
Y tiró el palo y mató otro pavo. El
hijo del rey lo observó todo, se fue para casa y la dice a su madre:
-Si viera ustez, madre, la pavera,
cuando va con los pavos, lo guapa que se pone. Se va a la fuente, se peina y se
lava. Se quita el vestido de encima y se queda con uno muy elegante.
Cuando fue ella a casa con el pavo y
la dice al ama:
-Ama, este pavo se ha muerto.
-Déjalo. Lo cenaremos.
Y la dice el ama:
-Quítate el vestido, a ver qué maja
estás.
Y ella no quería. Al fin lo consiguió
y, al verla el ama, la preguntó que quién era, que tan elegante vestía. Y
entonces ella se lo contó: que la había echao su padre de casa porque le había
dicho que le quería como la sal al agua. Entonces el ama dijo:
-Bueno, verás como te vas a casar con
mi hijo. Mandamos venir a tu padre a la boda y le ponemos la comida sin sal, pa
que sepa lo que tú le querías.
A los pocos días se arregló la boda.
Le convidaron al padre sin decirle que era su hija. Fue a la boda, y a él le
sirvieron la sopa sin sal -y el cocido y todo lo demás. Y entonces el padre
contesta:
-No puedo comer. No tiene sal. Se
levanta la hija y le dice:
-Es para que vea quién le quería más.
Yo, porque le dije que le quería como la sal al agua, me echó ustez de casa. Y
mis hermanas le dijeron que como a su vida y como a su alma. ¿Por qué no ha
comido ustez la comida sin sal?
Y el padre contesta:
-Hija, perdóname, que ya me doy cuenta
que eres la que me
quieres más.
Y colorín, colorao...
Quintana
Díez de la Vega ,
Palencia. Narrador
XVII, 20 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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