129. Cuento popular castellano
Éstos eran dos hermanos. El uno era
muy rico, y el otro era muy pobre. El rico tenía mucho dinero y muchas casas,
mientras que el pobre apenas se mantenía.
Un día el pobre se encontraba tan
apremiao y tan escaso de recursos que se decidió a enviar a su mujer en casa de
su hermano rico a pedir algo, porque otro día era la romería del pueblo. La
mujer se fue en casa del rico, y estuvo con su cuñao para ver si le daba algo.
El hermano rico se molestó mucho; pero, por fin, se metió en la casa y salió
con una pata de carnero. Se la dio a su cuñada y le dijo:
-Toma esta pata de carnero. Pero te
advierto que primero casi se la daba al diablo que a mi hermano.
La pobre mujer se fue entonces para su
casa y le contó a su marido lo que había dicho el hermano rico cuando le dio la
pata de camero:
-Dice tu hermano que primero casi se
la daba al diablo que a ti.
El hermano pobre dijo entonces:
-Hay que ir a dársela al diablo.
Y empezó a andar y andar con la pata
de carnero en la mano y a todas las gentes de todos los pueblos les preguntaba
que adónde estaban los infiernos. Y la gente sólo le respondía:
-¡Jesús María! ¡Jesús María!
Por fin se encontró con un señor que
le dijo que fuera a ver un ermitaño que vivía cerca de allí, y que ése tal vez
le podría decir dónde estaban los infiernos.
Llegó donde el santo, y éste le dijo:
-¡Jesús María! Yo tengo ya ciento
veinte años y en mi vida he oído otro disparate como ése. Sin embargo, le
aconsejo que vaya usté todavía unas doscientas leguas, donde tengo yo un
hermano, y acaso ése le dará cuenta dónde se encuentran los infiernos.
El pobre emprendió de nuevo su camino
y llegó allá. El otro ermitaño era un santo y le dijo:
-Llegará usté a los infiernos, y,
antes que llegue, saldrán a recibirle y le darán a usté una buena cama y todo
lo que necesite, y le dirán que usté necesita descansar; pero usté no quiera
nada de lo que le ofrezcan. Le insistirán que coma; pero usté no coma nada. El
diablo tiene un anillo en el dedo, y ése ha de recibir usté; y antes de que se
marche, vuelva con el anillo aquí. Ahora va a ser usté más rico que su hermano.
Cuando usté reciba el anillo del diablo, ya tendrá mucho que comer, porque
siempre que le diga al anillo, «Anillo, por la gracia que el santo te dio, haz
tu menester», aparecera una mesa de manjares de los más exquisitos que hay en
la tierra.
El pobre entonces se encaminó en casa
del diablo. Llegó y le entregó la pata de carnero, y el diablo le recibió con
muchas atenciones; pero él nada quiso aceptar, sino recibir el anillo. Después
de recibir el anillo, le dijo adiós al diablo y se fue. Y dijo entonces al
anillo:
-Anillo, por la gracia que el santo te
dio, haz tu menester.
Y apareció de pronto una mesa de ricos
manjares, y comió. Por el camino se encontró con dos gigantes, y ellos le
dicen:
-Gusanillo de la tierra, ¿sabes que te
vamos a comer? Y él les responde:
-No, no; no me coman, que yo les daré
de comer.
En seguida sacó el anillo y dijo:
-Anillo, por la gracia que el santo te
dio haz tu voluntad.
En seguida se forró una mesa con los
más ricos manjares. Los gigantes dijeron:
-¡Válgame Dios!
Y después que comieron, le dijo uno de
los gigantes:
-¿Me quieres cambiar ese anillo por
esta cachava? Esta cachava tiene la virtud que cuando digas, «Cachava, por la
gracia que el gigante te dio, haz tu menester», se formará en cuatro divisiones
y matará a un ejército que encuentre.
El pobre entonces tomó la cachava y se
la echa a los dos gigantes diciendo:
-Cachava, por la gracia que el gigante
te dio, haz tu menester.
Se formaron en seguida cuatro
divisiones y mataron a los gigantes, y el pobre se quedó con la cachava y el
anillo.
Empezó otra vez a caminar, y se le
presentó otro gigante, que le dice:
-Hola, gusanillo de la tierra, ¿sabes
que te voy a comer? Y él le respondió:
-No, no; no me coma.
Y dijo a su anillo:
-Anillo, por la gracia que el santo te
dio, haz tu voluntad.
Y se formó en seguida una mesa llena
de ricos manjares y comieron. Después de comer, le dijo el gigante:
-Me tienes que cambiar ese anillo por
este vaso. Este vaso tiene la virtud que cuando digas, «Vaso, por a gracia que
el gigante te dio, haz tu voluntad», se formará un palacio que aunque tiren
bombas y flechas, se volverán y matarán al mismo que las tire.
Se lo cambió, y en seguida el pobre
dijo a su cachava:
-Cachava, por la gracia que el gigante
te dio, haz tu voluntad. Y en seguida se la echó al gigante, y se formaron
cuatro divisiones y mataron al gigante. Y así se quedó el pobre con el anillo,
la cachava y el vaso.
Entonces el pobre se fue para su casa.
Encontró a su mujer y le contó todo lo que le había pasado. Y entonces dijo al
vaso:
-Vaso, por la gracia que el gigante te
dio, haz tu menester.
Y en seguida se formó un hermoso
palacio. Así se hizo rico y poderoso y quedó por rey de toda aquella tierra.
Burgos,
Burgos.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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