Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 5 de agosto de 2012

S’arenal de son bou


La incursión de aquella noche no había resultado dema­siado interesante para los piratas. La casa era humilde y, salvo vaciar su pobre despensa, no hallaron en ella más que un tonel de vino, con cuyo contenido decidieron miti­gar un tanto lo decepcionante de su aventura.
Maniataron al asustado payés y se lo llevaron con el to­nel a la próxima nave, donde continuaron las libaciones, hasta trasvasar todo el vino a sus estómagos. El pobre pa­yés asistía con creciente pre-ocupación a aquella borrache­ra colectiva, preguntándose qué papel le correspondería a él en aquella bacanal. No le dieron opción a seguir pensan­do mucho tiempo: dos moros le metieron en el barril, cla­vetearon la tapa y lo echaron por la borda entre las risota­das de los bacantes.
Nunca supo el hombre cuanto tiempo permaneció ence­rrado en aquella incómoda postura. Se sentía ir y venir, al compás de las olas, hasta que un golpe de mar lo lanzó so­bre lo que, pensó, debía ser la arena de alguna playa. Como pudo, hizo saltar fuera el tapón del tonel y aplicó un ojo al agujero. Efectivamente estaba en tierra, en un solitario are­nal, aunque de poco le valía si no llegaba pronto alguien a socorrerle.
Esperó pacientemente, sin dejar de observar por su oca­sional mirilla hasta que vio acercarse a un buey que, entre aburrido y curioso, empezó a olisquear aquel extraño arte­facto. En un momento dado, con sólo dos dedos asomando por el agujero, el hombre consiguió asir el rabo del animal y tirar fuertemente de él.
El bicho, asustado por aquel inesperado ataque, echó a correr arrastrando la bota sobre la arena hasta que la hizo astillas, estrellándola contra una roca y liberando así al mareado, hambriento y magullado payés.
Este, en recuerdo a su providencial salvador, bautizó el lugar como s'arenal de Son Bou, nombre con que se cono­ce una gran playa del mediodía de Menorca, en la que unas antiquísimas ruinas son testimonio de un cristianismo pri­mitivo, establecido en la isla mucho antes de que los moros pensaran ocuparla algún día.

Fuente: Gabriel Sabrafin

092. anonimo (balear-menorca)

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