En el plano de la Ciutat de Mallorca que, en 1644 levantó el
presbítero y matemático Antonio Garau, luego de haber reseñado cuidadosamente
sobre el mismo hasta treinta edificios destinados al culto, añade como
aclaración: Amés de éstes, se troben 28
Iglesies entre suffragáneas y oratoris publics a hont se celebra Missa.
Nada menos que un total de cincuenta y ocho iglesias (alguna de ellas con
setenta y ocho clérigos beneficiados) encerradas en un recinto amurallado cuyo
perímetro era de 3.215 canas mallorquinas, equivalentes a unos 5.000 metros. En
el orden espiritual, al menos, es de suponer que la. población estaba
suficientemente atendida.
De todas ellas, la más
antigua es la de Santa Eulalia que ejercicio de primer templo ciudadano
mientras se levantaba la catedral y que guarda, además del famoso Cristo del
Milagro, el testimonio de la legendaria conversión de Ramón Llull.
Cuentan que Ramón, sin
ninguna clase de miramientos, penetró a caballo en el templo en persecución de
una hermosa joven. Acorralada la doncella contra los muros de una capilla y
viendo avanzar hacia ella al disoluto cortesano, abrió de golpe su corpiño y,
ante los espantados ojos de Lulio, aparecieron los pechos de la muchacha
corroídos por la lepra. Profundamente impresionado, juró allí mismo Llull
cambiar de vida y el tiempo y la historia son testigos de que lo cumplió.
Hay algo que hace de «sa plaça d'es lladoners» o plaça de ses cols, frente a la fachada
del templo, un lugar de recuerdos un tanto macabros. No son los restos del
pequeño cementerio, otro tiempo situado junto a la iglesia, sino la memoria de
las muchas ejecuciones que, con carácter de ejemplar escarmiento, se cumplieron
allí mismo, a lo largo de muchos siglos y de las que, como muestra transcribire-mos
dos, separadas en el tiempo por más de doscientos años en el curso de los
cuales no logró suavizarse tan espantosa costumbre ni, lo que es peor, obtener
la ejemplaridad que se buscaba con ella:
«1416. -Entre varias
ejecuciones criminales de este año, es notable la del moro Issa, cautivo del
mercader Juan Tanyo, por irreverencias y blasfemias: fue condenado a salir a la
vergüenza, azotado, clavada su lengua, pasado por el lugar donde ordinariamente
se reunían los moros y llevado a la plaza de las coles, delante de Santa
Eulalia, donde había cometido las irreverencias y allí sentado sin bragas en
una sartén hecha ascua, hasta que se tostasen bien aquellas partes de su
cuerpo.»
«1632. -En 9 de Enero se
sentencia a muerte a los dos presuntos autores del asesinato del presbítero
Jaime Juan (un sobrino suyo y un esclavo moro llamado Zaîm ). El día 10 se les
dio tormento para indagar si tenían o no cómplices y no produjo resultado la
diligencia. El sobrino del muerto fue arrastrado por un caballo desde la plaza
de Cort hasta delante de la casa donde se perpetró el delito (calle del Palau,
junto a la Catedral ),
allí le cortaron la mano derecha y vuelto a llevar a la plaza de Santa Eulalia,
lo degollaron y descuartizaron. El; mismo día sacaron al moro en un carro nuevo
con dos sacerdotes para catequizarlo, lo que no consiguieron; siguió el camino
de su correo y se le cortaron, una tras otra, ambas manos, la derecha frente
al lugar del crimen, la izquierda en la plaza de Santa Eulalia donde ya estaban
colgados los restos de aquel, y después fue llevado fuera de la ciudad, a la Plaça de Sant Antoni dels Porchs, donde le
dieron garrote y lo quemaron. La mano del sobrino se clavó en el Castillo.»
En cuestión de
refinamiento aplicado a los suplicios, no andába-mos remisos en Mallorca.
Antes que buscar ejemplaridad con la práctica de tan crueles torturas, hubiera
sido, tal vez, más positivo intentar resolver o al menos suavizar los
muchísimos problemas que, por clase social, religiosa o económica enfrentaron,
durante siglos, a los hijos de esta tierra.
Fuente: Gabriel Sabrafin
092. anonimo (balear-mallorca-palma)
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