En un estanque, cerca de
la aldea, vivían muchas ranas. Se lo pasaban bastante bien, pero un día se
desató en la aldea un incendio. Los tejados de las casas, que eran de paja, se
quemaron en un instante y se alzaron hasta el cielo negras columnas de humo.
Ante semejante
espectáculo, una de las ranas se zambulló en el agua y exclamó:
-¡Ah, pobres de nosotras,
pobres de nosotras, qué tragedia!
Su vecina se asustó:
-¡Cielos! ¿Qué ha
ocurrido? ¿Por qué te lamentas tanto?
-Pero ¿no lo ves acaso?
La aldea está ardiendo.
-Pero nosotras estamos a
salvo en medio del estanque.
-Por el momento sí, pero
no por mucho tiempo -suspiró la primera rana. Dentro de poco vendrá la gente
con cubos y cántaros a coger agua. Y al coger agua nos cogerán también a nosotras.
Después echarán agua para apagar el fuego y caeremos también nosotras en el
fuego. Al caer en el fuego, nos quemaremos, y todo habrá acabado. Y saldremos
en los periódicos, en las crónicas y en las necrológicas. ¿Te parece poca
tragedia?
-Pero ¿estás segura de
que saldrán cro, cro, cro, cro? -preguntó la vecina.
Y, en todo el estanque,
las demás ranas le hicieron coro:
-¿Estás realmente segura
de que saldrán cro, cro, cro, cro...?
-¿Qué ha dicho? ¿Qué ha dicho?
-Ha dicho que saldrán
cro, cro, cro, cro, cro, cro.
-Cro, cro, cro, cro, cro.
Y, desde aquel día, en
todos los estanques del mundo, las ranas siguen diciendo cro, cro. Aunque no
haga incendio ni aparezcan en las cro cro crónicas ni en las necro cro
crológicas.
170. anonimo (etiopia)
me ha gustado mucho jajaja
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