Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 5 de agosto de 2012

El pescador y la hermosa muchacha del retrato

Un joven pescador se quedó solo en el mundo cuando murió su madre. Nadie se ocupaba ya de él. Cuando volvía por la noche, cansado del trabajo, tenía que prepararse él mismo la cena, or­denar la habitación, lavar y remendar su ropa. A menudo sus­piraba pensando qué hermoso sería tener en casa a una mujer que se ocupase de él, pero era tan pobre que ninguna muchacha querría casarse con él. Dormía sobre una estera de junco y en la habitación, colgada de la pared, había una imagen de una mu­chacha muy hermosa.
Una noche ocurrió algo extraordinario. Al volver a casa, el pescador encontró la habitación limpia y ordenada y la cena lis­ta sobre la mesa. A la mañana siguiente, cuando se despertó, en la mesa lo esperaba el desayuno. Y lo mismo ocurrió también al día siguiente. Al tercer día, el joven salió de casa pero, en vez de ir a pescar, dio dos o tres vueltas alrededor de su humilde casa y volvió a entrar de improviso. En la habitación había una mu­chacha muy hermosa ocupándose de la limpieza. Él se acercó, la abrazó y le preguntó:
-¿Eres tú quien me prepara la cena y se ocupa de mí?
-Sí, soy yo -respondió la muchacha. Sentía compasión por ti porque te veía muy solo y abandonado.
-¿Te gustaría ser mi mujer?
-Eso no es posible -respondió la joven. Yo sólo soy la mu­chacha del retrato. Y, dicho esto, señaló la pared de donde col­gaba el marco vacío.
El pescador sacó el marco de la pared, lo metió en un baúl, lo cerró con llave y eligió un buen lugar para esconderla.
-Ahora ya no puedes volver al cuadro.
Así, la muchacha del retrato se convirtió en la mujer del pes­cador. Vivieron juntos muy felices, tuvieron un hijo, el hijo cre­ció y tuvo a su vez niños. El pescador se había vuelto un ancia­no. Pero su mujer no había envejecido ni un solo día. Seguía siendo la muchacha del retrato.
El pescador enfermó y murió. Su mujer lloró, abrazó su cuerpo p en ese momento vio que él llevaba la llave colgada con una cuerda al cuello. Cogió la llave, fue al dormitorio, abrió el baúl y encontró el viejo marco. Y cuando el hijo del pescador lle­gó con su mujer y sus hijos a visitar a sus padres, descubrió a su padre muerto y que su madre había desaparecido. Pero de una pared colgaba su retrato.

169. anonimo (vietnam)

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