Había una vez, en
Yakutia, una pobre niña huérfana de padre y madre. La niña era demasiado
pequeña para bastarse a sí misma, así que la adoptó un rico mercader ruso y la
llevó a su casa. Allí debía fregar el suelo, lavar los platos, ir a buscar
agua, hacer la colada, cocinar, cuidar a los niños y, a cambio de todo este trabajo,
sólo recibía techo y comida. Nadie se preocupaba de que la pequeña tuviese que
trabajar más que los adultos, sin un momento siquiera de descanso y sin poder
jugar nunca con otros niños. El mercader era un malvado y su mujer, peor que
él.
Una noche en que la Luna resplandecía muy clara
en el cielo y la helada hacía castañetear los dientes, la mujer del mercader
mandó a la niña a buscar agua a una fuente lejana. Aunque la muchacha tenía
frío, cogió el cubo de madera y una hachuela y se puso en marcha. Estaba
aterida, cuando al fin llegó a la fuente. Con la hachuela hizo un hueco en el
hielo, llenó de agua el cubo y se dio prisa en volver. Pero el camino era
escabroso y resbaladizo. La niña, ya muy cerca de la casa del mercader, tropezó,
cayó y derramó toda el agua.
¿Y ahora? No le pasaba
por la cabeza desandar el camino hasta la fuente. Se sentía demasiado débil y hacía
demasiado frío. ¿Volver a la casa sin agua? No se habría atrevido. Mientras
estaba así, triste y tiritando, sin saber qué hacer, alzó los ojos, vio a la Luna que atravesaba el cielo y
clamó:
-Luna, hermosa Luna, eres
testigo de mi desdicha y no me ayudas. Sácame de aquí, donde es de noche y hace
frío, donde viven el malvado mercader y su mujer peor aún, llévame contigo por
el cielo azul.
Pero el hermano mayor de la Luna , el Sol, se dio cuenta
enseguida de lo que ocurría. Bajó también a la Tierra y adoptó el aspecto
de un bello joven vestido de oro. Le dijo entonces a la Luna :
-He venido a llevarme a
la niña que no conoce la felicidad en la Tierra y que quiere subir al cielo. Como soy tu
hermano mayor, naturalmente tendrás que dejarme actuar a mí primero.
Pero la Luna respondió:
-Es verdad, hermano, eres
el mayor. Pero ahora es de noche y de noche mando yo. La niña me ha pedido
ayuda a mí, no a ti. Por tanto, seré yo la que la lleve al cielo conmigo.
Dicho esto, cogió a la
muchacha y se la llevó consigo. La niña yakutia vive ahora en la Luna. Mirad un momento
hacia arriba, observad la Luna
llena y quizá también vosotros podréis verla.
168. anonimo (republica de saja-yakutia)
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