En la isla de Belitung,
en el océano Pacífico, corre un río llamado Ciuruciuk y, en medio de este río,
hay una ínsula que tiene el aspecto de una nave de piedra, por lo que le han
dado el nombre de «isla del arca». A propósito de esta ínsula, los indonesios
cuentan la siguiente historia.
A la orilla del río
Ciuruciuk vivía en un tiempo una viuda muy pobre cupo hijo se llamaba
Palamtjar. Ella lo mantenía a costa de grandes esfuerzos, trabajaba hasta el
límite de sus fuerzas g se quitaba la comida de la boca para que a él no le
faltase nada. Pero Palamtjar pagó sus desvelos con ingratitud. Una vez adulto,
se dedicó a correr mundo y se olvidó completa-mente de su madre.
Le fue bien en sus
negocios. Se convirtió en un rico mercader: sus barcos cargados de mercancías
recorrían todos los mares y arribaban a todos los puertos extranjeros. Una vez,
por motivos de negocios, Palamtjar se encontró navegando por el río Ciuruciuk.
Su nave ancló justo enfrente de su pueblo natal y muy pronto se difundió la
noticia de que había arribado la embarcación del rico mercader Palamtjar.
Llegó también a oídos de su anciana madre.
«Tal vez -pensó ella para
sus adentros- no sea realmente mi hijo Palamtjar, de quien no sé nada desde
hace más de diez años.» Y, sin vacilar, se encaminó hacia la nave. Grande fue
su alegría cuando reconoció a su hijo en el rico mercader. También la reconoció
Palamtjar, pero no manifestó ninguna alegría. Al contrario, se avergonzaba de
ella delante de sus compañeros de viaje y no quiso admitir que aquella vieja
pordiosera, cubierta de andrajos, era su madre. Llegó a ordenar:
-Llevaos a esta vieja,
apartadla de mi vista.
-Hijo mío, Palamtjar
-exclamó la pobre mujer, ¿pa no reconoces a tu madre?
-Pero ¿qué cosas te pasan
por la cabeza, andrajosa? -chilló Palamtjar. No te conozco de nada, jamás te he
visto en mi vida.
Al escuchar estas duras e
ingratas palabras, la viejecita caljó en la cubierta de la embarcación. El
dolor había destrozado su corazón de madre. Entonces estalló un furioso
temporal, retumbó el trueno, destellaron los relámpagos por todas partes. La
nave de Palamtjar chocó contra un escollo y se hundió con todos sus pasajeros.
Un tiempo después, en su lugar, asomó entre las olas un islote que tenía el
aspecto de una nave petrificada. La gente dice que son los restos de la nave
del ingrato Palamtjar, y los ha bautizado como «la isla del arca».
162. anonimo (indonesia)
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