Mazenderan era famoso en toda Persia por sus
cabezas de chorlito. Una vez, dos de estos insensatos fueron juntos a la
ciudad. Cada uno de ellos llevaba un saco de trigo para vender.
Durante el trayecto, uno de ellos dijo:
-Si logro vender mi trigo a un buen precio, me
compraré una oveja. La oveja me dará corderos, los corderos crecerán y tendrán
otros corderos, hasta convertirse en un buen rebaño. Entonces tendré leche y
queso para vender, me volveré muy rico, pero a ti no te daré ni un céntimo.
-¡Eres la persona más avarienta que he
conocido! -gritó el segundo insensato. ¿Y sabes qué haré yo? Venderé el trigo y
me compraré una loba. La loba tendrá lobeznos, los lobeznos se harán adultos y a
su vez tendrán otros hijos, hasta formar una buena manada. Entonces los mandaré
a todos contra tus ovejas y no dejarán una sola con vida.
-¡Pedazo de envidioso, deberías avergonzarte!
-gritó el primero, cogiendo su vara.
-¡Eres tú quien debería avergonzarse,
avariento! -gritó el segundo, cogiendo también su vara.
Una palabra dio pie a la otra, un golpe desató
otro. Poco después, los dos insensatos se habían dado tantos golpes que estaban
todos magullados, con la ropa hecha jirones y, lo que es peor, todo el trigo se
había derramado por el suelo.
En medio de la lucha, llegó a pasar un tercer
insensato de Mazenderan, que iba al mercado con un odre lleno de miel. Al ver
cómo se peleaban sus dos paisanos, se detuvo y quiso saber qué ocurría.
-¡Es culpa de su avaricia!
-¡Es culpa de su envidia!
Y los dos contendientes le contaron lo
ocurrido.
Al escuchar tan necias razones, el tercer
paisano se enfureció hasta tal punto que cogió el cuchillo, pinchó su odre e
hizo salir toda la miel, mientras gritaba:
-Que la sangre salga de mis venas, como sale
esta miel del odre, si vosotros no sois los seres más estúpidos de toda la
tierra. Y así volvieron todos a casa con las manos vacías.
084. anonimo (persia)
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