Un día, el tío Mateo fue
a reunirse con el tío Jorge. Estaba a punto de llegar a destino cuando se
encontró con el hijo del tío Jorge.
-¿Qué está haciendo tu
padre? -le preguntó.
-Iba a empezar a comer
pero, cuando te vio desde el otro lado del patio, se levantó de la mesa.
-¿Y por qué?
-Dice que tú eres muy
comilón y le aconsejó a mi madre que escondiera todos los platos que había
preparado.
-¿Dónde los ha escondido?
-Ha puesto de nuevo la
oca en el horno; volvió a colgar el jamón encima de la chimenea; ha devuelto
las salchichas a la olla, los buñuelos a la tartera, y ha colocado las dos
jarras de cerveza bajo un banco.
El tío Mateo no hizo más
preguntas y fue a llamar a la puerta.
-¡Salud, amigo! -dijo el
tío Jorge. Qué pena que no hayas llegado un poco antes, porque habrías podido
comer con nosotros. Hemos terminado hace un instante y ya no nos ha quedado
nada que ofrecerte.
-Tengo mala suerte, es
verdad, pero no he podido llegar antes, tío Jorge. ¡Me ha ocurrido algo
extraordinario!
-¿Qué ha sido?
-Mientras venía hacia
aquí he matado una serpiente. Esta ser-piente tenía una cabeza tan grande como
el jamón que tienes colgado encima de la chimenea; era gorda como la oca que
tienes en el horno; su carne era blanca como los buñuelos que guardas en la
tartera; larga como la ristra de salchichas arrolladas en la olla; y su sangre
era como la cerveza que guardas en dos jarras bajo un banco.
-Eres muy inteligente
-dijo el tío Jorge e invitó al tío Mateo a sentarse a la mesa con él. Juntos
comieron y bebieron todo lo que había.
Fuente: Gianni Rodari
121. anonimo (chequia)
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