-Papá -dijo un día
Juanito, no quiero seguir siendo uno del montón, quiero convertirme en una
persona culta.
-¡Vaya por Dios, qué magnífica
idea! -exclamó el padre. Tampoco a mí me disgustaría ser una persona culta,
pero para ello hay que aprender latín.
-Aprender latín no me
parece tarea imposible. Saldré a correr mundo y lo aprenderé.
Juanito puso unas cuantas
rosquillas en su bolsa y salió a correr mundo para aprender latín.
Cada vez que encontraba a
una persona culta en su camino, tomaba nota de lo que le decía.
La primera persona que
encontró estaba en el umbral de su casa y le decía a su criado:
-¡Échame un poco de
cerveza!
-¡Échameunpocodecerveza!
-repitió Juanito muy satisfecho de haber aprendido una frase en latín.
La segunda vez, vio a un
hombre que estaba asomado a la ventana y miraba a un pájaro bebiendo agua de un
charco.
-¡Seguro que lo atrapará
un gato! -dijo el hombre.
-¡Échameunpocodecervezaseguroqueloatraparáungato!
-repitió Juanito y prosiguió su camino.
Un poco después, encontró
a un señor que le mostraba a su criado una carretilla:
-¡Mira qué carretilla!
-le decía.
-¡Échameunpocodecervezaseguroqueloatraparáungatomiraquéca-rretilla!
-repitió Juanito, meneando la cabeza. «Realmente no entiendo por qué mi padre
piensa que el latín es muy difícil».
Justo en ese momento pasó
a su lado un hombre que, hablando con su jardinero, le decía:
-Pasa el rastrillo por el
jardín.
-¡Échameunpocodecervezaseguroqueloatraparáungatomiraquécarretillapasa
-elrastrilloporeljardín! -dijo Juanito, repitiendo todo el latín que sabía y
pensando para sus adentros: «No sé para qué sigo aprendiendo latín. Seguro que
nuestro párroco no sabe mucho más y es, sin duda, una persona culta».
Entonces decidió volver a
casa.
-Mira, Juanito ga está de
vuelta -gritó su padre muy sorprendido. ¿Y cómo es eso? ¿Has aprendido tan
deprisa el latín?
-¡Échame
unpocodecervezaseguroqueloatraparáungcito! -dijo Juanito.
-Pero ¿qué estás
farfullando? Lo que dices no tiene ni pies ni cabeza: ni siquiera el diablo
podría entenderlo -protestó su padre.
-¿Dónde has estado, hijo
mío? -preguntó su madre.
-¡Miraquécarretillapasaelrastrilloporeljardín!
-fue la respuesta de Juanito.
-¿Qué cosas te han metido
en la cabeza? -dijo su madre disgustada. Pero Juanito sólo respondió:
-¡Échameunpocodecervezaseguroqueloatraparáungatomiraquécarretillapasael rastrilloporeljardín!
-Me parece que Juanito se
ha vuelto loco -dijo su padre. Mujer, anda, llena un cubo, vete a la azotea y
échale toda el agua en la cabeza.
La mujer cogió un cubo
lleno de agua, fue a la azotea y le dio a Juanito una buena ducha. Y Juanito
comenzó a gritar:
-¡Auxilio, mamá, auxilio,
papá!
Había olvidado todo el
latín que había aprendido.
121. anonimo (chequia)
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