Hace muchísimos años
vivía un rey que se pasaba todo el tiempo, día y noche, pensando en cómo
podría llegar a la luna. Después de mucho pensar, un buen día tuvo una idea.
Decidió hacerse construir una torre tan alta que rozase el cielo. Así, desde
el extremo de la torre, llegaría a la luna. Mandó llamar de inmediato a un
carpintero y le ordenó que construyese una torre tan alta que llegase hasta el
cielo.
-¿Hasta el cielo?
-preguntó el carpintero, sorprendido.
-Sí, hasta el cielo
-exclamó el rey, ¡y ni una palabra más!
¿Qué podía hacer el pobre
carpintero? Cogió sus herramientas, llamó a sus obreros, compró la madera y
comenzó a tomar medidas. Este trabajo le llevó varias semanas. El rey era muy
pero que muy impaciente. Mandó llamar al carpintero y le gritó:
-Si no me construyes esta
torre en tres días, haré que te corten la cabeza.
El pobre carpintero veía
ya su cabeza en el cepo. Acudió a todos sus conocidos para pedirles consejo
sobre cómo construir una torre tan alta que llegase al cielo. Pero nadie sabía
cómo. Pasaron así dos días. Al tercer día, el carpintero tuvo una idea. Fue a
ver al rey y le dijo sin miedo:
-He analizado el asunto
por todos lados y ahora he descubierto cómo hacerlo. Pero, cuando la torre
esté construida, pienso que lo mejor será que yo mismo la escale, porque será
una empresa bastante peligrosa.
-Ni lo sueñes -respondió
el rey. Yo mismo la escalaré. ¿A quién se le ocurre que un vulgar carpintero
pueda llegar a semejantes alturas? Será mejor que tú me digas cómo pretendes
construir la torre.
El carpintero le dijo al
rey lo que había decidido y el rey ordenó a todos sus súbditos, so pena de
graves castigos, que llevasen a palacio todas las cajas y cajones que
tuviesen. El carpintero y sus obreros comenzaron a poner las cajas, unas
encima de las otras, para llegar cada vez más alto. En poco tiempo, se construljó
frente al palacio real una torre muy alta que, no obstante, no llegaba al
cielo. Y ya no quedaba ni siquiera una caja.
El rey ordenó, entonces,
que se cortasen todos los árboles del reino, para transformarlos en tablas y en
cajas. Hecho esto, el extremo de la torre llegó a perderse entre las nubes. El
rey pensó que había llegado el momento de escalar la torre y comenzó a subir,
a subir, a subir hasta que llegó a la parte superior. Pero aún no podía tocar
la luna.
-¡Sólo falta otra caja! -gritó
el rey.
Pero en todo el reino pa
no quedaba una sola caja, ni un cajon-cito, ni siquiera un trozo de madera.
El rey estaba muy
irritado por verse tan cerca de la luna y no poder tocarla. Ordenó entonces a
los carpinteros que quitasen una caja de la base en la que se apoyaban las
demás. Los carpinteros se miraron unos a otros dubitativos, pero ¿qué podían
hacer? ¡Había que obedecer las órdenes del rey! Cuando el rey gritó de nuevo
que hiciesen lo que había ordenado, los obreros ya no vacilaron y quitaron una
caja de la base de la torre.
Os podéis imaginar lo que
ocurrió: la torre se derrumbó, el reg cayó desde el extremo de la torre p quedó
deshecho.
Y desde aquel día, ningún
rey volvió a intentar construir una torre para llegar a la luna.
Fuente: Gianni Rodari
084. anonimo (persia)
Hace muchísimos años vivía un rey que se pasaba todo el tiempo, día y noche, pensando en cómo podría llegar a la luna. Después de mucho pensar, un buen día tuvo una idea. Decidió hacerse construir una torre tan alta que rozase el cielo. Así, desde el extremo de la torre, llegaría a la luna. Mandó llamar de inmediato a un carpintero y le ordenó que construyese una torre tan alta que llegase hasta el cielo.
ResponderEliminar-¿Hasta el cielo? -preguntó el carpintero, sorprendido.
-Sí, hasta el cielo -exclamó el rey, ¡y ni una palabra más!
¿Qué podía hacer el pobre carpintero? Cogió sus herramientas, llamó a sus obreros, compró la madera y comenzó a tomar medidas. Este trabajo le llevó varias semanas. El rey era muy pero que muy impaciente. Mandó llamar al carpintero y le gritó:
-Si no me construyes esta torre en tres días, haré que te corten la cabeza.
El pobre carpintero veía ya su cabeza en el cepo. Acudió a todos sus conocidos para pedirles consejo sobre cómo construir una torre tan alta que llegase al cielo. Pero nadie sabía cómo. Pasaron así dos días. Al tercer día, el carpintero tuvo una idea. Fue a ver al rey y le dijo sin miedo:
-He analizado el asunto por todos lados y ahora he descubierto cómo hacerlo. Pero, cuando la torre esté construida, pienso que lo mejor será que yo mismo la escale, porque será una empresa bastante peligrosa.
-Ni lo sueñes -respondió el rey. Yo mismo la escalaré. ¿A quién se le ocurre que un vulgar carpintero pueda llegar a semejantes alturas? Será mejor que tú me digas cómo pretendes construir la torre.
El carpintero le dijo al rey lo que había decidido y el rey ordenó a todos sus súbditos, so pena de graves castigos, que llevasen a palacio todas las cajas y cajones que tuviesen. El carpintero y sus obreros comenzaron a poner las cajas, unas encima de las otras, para llegar cada vez más alto. En poco tiempo, se construljó frente al palacio real una torre muy alta que, no obstante, no llegaba al cielo. Y ya no quedaba ni siquiera una caja.
El rey ordenó, entonces, que se cortasen todos los árboles del reino, para transformarlos en tablas y en cajas. Hecho esto, el extremo de la torre llegó a perderse entre las nubes. El rey pensó que había llegado el momento de escalar la torre y comenzó a subir, a subir, a subir hasta que llegó a la parte superior. Pero aún no podía tocar la luna.
-¡Sólo falta otra caja! -gritó el rey.
Pero en todo el reino pa no quedaba una sola caja, ni un cajon-cito, ni siquiera un trozo de madera.
El rey estaba muy irritado por verse tan cerca de la luna y no poder tocarla. Ordenó entonces a los carpinteros que quitasen una caja de la base en la que se apoyaban las demás. Los carpinteros se miraron unos a otros dubitativos, pero ¿qué podían hacer? ¡Había que obedecer las órdenes del rey! Cuando el rey gritó de nuevo que hiciesen lo que había ordenado, los obreros ya no vacilaron y quitaron una caja de la base de la torre.
Os podéis imaginar lo que ocurrió: la torre se derrumbó, el reg cayó desde el extremo de la torre p quedó deshecho.
Y desde aquel día, ningún rey volvió a intentar construir una torre para llegar a la luna.
Fuente: Gianni Rodari