En las montañas de Alta¡,
vivía un cazador de nombre Barabosch, cuya hermana se llamaba Boroldoi.
Un día, el cazador salió
a cazar y antes de irse le recomendó a su hermana:
-Ten cuidado de que no se
apague el fuego.
Boroldoi se quedó en la
tienda cuidando el fuego día y noche. Una vez, sin embargo, durmió algo más de
la cuenta y el fuego se apagó.
-¿Y ahora qué haré? -se
preguntaba la joven asustada. Si vuelve mi hermano, me regañará.
Salió de la tienda y fue
a buscar fuego. Caminó un buen rato por la estepa y llegó por fin a una tienda
solitaria. En su interior, se encontraba una vieja con dos orejas largas, tan
largas que una le protegía el cuello como una bufanda y la otra le cubría el
cuerpo mientras se calentaba junto al fuego.
-Por favor -dijo Boroldoi,
deme fuego, porque el mío se ha apagado.
-Claro, hijita, llévate
un tizón bien encendido.
Boroldoi cogió una rama
encendida, dio las gracias y se encaminó hacia su casa. Una vez allí, puso la
rama sobre el brasero, avivó el fuego y salió para ver si volvía Barabosch.
Entonces se dio cuenta de que de su vestido salía un hilo largo y fino que
atravesaba la estepa hasta la tienda de la vieja de las largas orejas. A
Boroldoi le dio miedo, porque comprendió que la vieja le había pegado el hilo
al vestido para poder seguirla sin esfuerzo.
Era una terrible bruja
que quería comerse a Boroldoi. La muchacha desprendió el hilo de su vestido y
se fue hacia el este. Mientras tanto, la bruja había comenzado a ovillar el
hilo y poco a poco se fue acercando a la tienda de Boroldoi. Aquí vio que el
hilo se había desprendido y que en la tienda no había nadie. La bruja hizo una
horrible mueca q la preguntó al brasero:
-¿Adónde se ha ido
Boroldoi?
Pero el brasero se
mantuvo callado.
-¿Adónde se ha ido
Boroldoi? -preguntó la bruja a la olla que colgaba sobre el brasero.
Pero la olla se mantuvo
callada.
-¿Adónde se ha ido
Boroldoi? -preguntó la bruja al fuego.
Y el fuego, como había
sido encendido con un tizón de la bruja, respondió:
-Ha huido hacia el este.
La bruja salió de la
tienda y persiguió a la muchacha. Mientras tanto, sin embargo, apareció
Barabosch, que volvía de cazar. Cuando la bruja lo vio, se transformó deprisa
en un ratón para escabullirse. Pero aquellas largas orejas la traicionaban,
porque los ratones no las tienen de ese tamaño. Entonces se transformó en un
caballo, pero las orejas la seguían traicionando, porque los caballos no
tienen las orejas así. Finalmente se transformó en una liebre y así se sintió
segura de no ser reconocida. Pero entonces Barabosch, confundién-dola con una
liebre cualquiera, le atravesó la barriga con una flecha y de la liebre
brotaron una multitud de hombres, todos aquellos que la bruja se había comido.
Le dieron gracias a Barabosch por haberlos liberado. Algunos de ellos, sin
embargo, estaban enfurecidos y decían:
-¿Quién te ha pedido,
Barabosch, que nos liberases? Allí dentro estaba oscuro, pero al menos hacía
calor, no teníamos que trabajar, no teníamos que preocuparnos de nada.
Cosas que pasan: no se
puede complacer a todo el mundo.
Barabosch se encaminó
después hacia el este, en busca de su hermana. Cuando la alcanzó, volvieron
juntos a la tienda, donde vivieron en paz.
088. anonimo (mongolia-cultura altai )
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