Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 3 de agosto de 2012

El lobo peliazul y el gallito astuto


Nadie recuerda bien cómo ocurrió todo. Sólo se sabe que un día un lobo entró corriendo en una tintorería, cayó en una caldera llena de tinte azul y, cuando pudo salir, su piel parecía un cielo sin nubes.
El lobo se marchó y se encontró con una cabra.
La cabra lo observó sorprendida, sacudió la cabeza y pre­guntó:
-Pero ¿tú eres un lobo, sí o no?
-¿Has visto alguna vez un lobo azul? -preguntó el lobo. Yo no soy un lobo, soy Peliazul.
-¿Y qué acostumbras comer?
-Como hierba, igual que tú. Ven, vagarnos juntos al prado. Fueron al prado y se encontraron con un burro.
El burro miró al lobo asombrado, sacudió la cabeza y pre­guntó:
-¿Eres o no eres un lobo?
-¿Has visto alguna vez un lobo de este color? Yo no soy un lobo, soy Peliazul.
-Vale. ¿Y de qué te alimentas?
-De hierba, como la cabra; de avena, como tú. Anda, ven con nosotros.
El burro se unió al lobo y a la cabra y, poco después, se en­contraron con un gallito.
También el gallito se quedó pasmado:
-¿Eres un lobo o qué?
-¿Lobo? ¡Qué va! Yo soy Peliazul.
-¿Y de qué te alimentas?
-Como hierba, como la cabra; avena, como el burro; y pico­teo los granos de trigo, igual que tú. Anda, ven con nosotros. Y el gallo se fue con ellos.
Al anochecer, llegaron a una gruta en el bosque y decidieron pasar allí la noche.
-Antes de ir a dormir -dijo el lobo, haremos un poco de examen de conciencia. Dime, burro, ¿por qué rebuznas de ese modo todas las mañanas y despiertas a los vecinos?
El burro no sabía qué responder. El lobo se le tiró encima y lo despedazó.
Después le dijo a la cabra:
-Y tú, ¿por qué balas todas las mananas y despiertas a los vecinos?
La cabra no sabía qué responder. El lobo se le tiró encima y la despedazó. Después le dijo al gallo:
-Y tú, ¿por qué cantas todas las mañanas de esa manera y despiertas a los vecinos?
Pero el gallo era astuto y no cayó en la trampa:
-Canto porque me lo ha ordenado el campesino. Debo des­pertarlo todas las mañanas para que pueda ir a trabajar. Si no me crees, vayamos juntos a la granja mañana por la mañana y te convencerás de que, si no llego a cantar, todos se quedan dormidos.
El lobo estuvo de acuerdo. Y pensaba, muy contento:
-Si todos duermen, podré robar del establo una oveja o un ternero y nadie se dará cuenta.
A la mañana siguiente, el gallo y el lobo fueron juntos a la granja.
Pero el campesino, aunque el gallo no había cantado, ya lle­vaba un buen rato levantado. En cuanto vio al lobo, cogió la es­copeta y le disparó con muy buena puntería.

114. anonimo (georgia)

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