Nadie recuerda bien cómo
ocurrió todo. Sólo se sabe que un día un lobo entró corriendo en una
tintorería, cayó en una caldera llena de tinte azul y, cuando pudo salir, su
piel parecía un cielo sin nubes.
El lobo se marchó y se
encontró con una cabra.
La cabra lo observó
sorprendida, sacudió la cabeza y preguntó:
-Pero ¿tú eres un lobo,
sí o no?
-¿Has visto alguna vez un
lobo azul? -preguntó el lobo. Yo no soy un lobo, soy Peliazul.
-¿Y qué acostumbras
comer?
-Como hierba, igual que
tú. Ven, vagarnos juntos al prado. Fueron al prado y se encontraron con un
burro.
El burro miró al lobo
asombrado, sacudió la cabeza y preguntó:
-¿Eres o no eres un lobo?
-¿Has visto alguna vez un
lobo de este color? Yo no soy un lobo, soy Peliazul.
-Vale. ¿Y de qué te
alimentas?
-De hierba, como la
cabra; de avena, como tú. Anda, ven con nosotros.
El burro se unió al lobo
y a la cabra y, poco después, se encontraron con un gallito.
También el gallito se
quedó pasmado:
-¿Eres un lobo o qué?
-¿Lobo? ¡Qué va! Yo soy
Peliazul.
-¿Y de qué te alimentas?
-Como hierba, como la
cabra; avena, como el burro; y picoteo los granos de trigo, igual que tú.
Anda, ven con nosotros. Y el gallo se fue con ellos.
Al anochecer, llegaron a
una gruta en el bosque y decidieron pasar allí la noche.
-Antes de ir a dormir
-dijo el lobo, haremos un poco de examen de conciencia. Dime, burro, ¿por qué
rebuznas de ese modo todas las mañanas y despiertas a los vecinos?
El burro no sabía qué
responder. El lobo se le tiró encima y lo despedazó.
Después le dijo a la
cabra:
-Y tú, ¿por qué balas
todas las mananas y despiertas a los vecinos?
La cabra no sabía qué
responder. El lobo se le tiró encima y la despedazó. Después le dijo al gallo:
-Y tú, ¿por qué cantas
todas las mañanas de esa manera y despiertas a los vecinos?
Pero el gallo era astuto
y no cayó en la trampa:
-Canto porque me lo ha
ordenado el campesino. Debo despertarlo todas las mañanas para que pueda ir a
trabajar. Si no me crees, vayamos juntos a la granja mañana por la mañana y te
convencerás de que, si no llego a cantar, todos se quedan dormidos.
El lobo estuvo de
acuerdo. Y pensaba, muy contento:
-Si todos duermen, podré
robar del establo una oveja o un ternero y nadie se dará cuenta.
A la mañana siguiente, el
gallo y el lobo fueron juntos a la granja.
Pero el campesino, aunque
el gallo no había cantado, ya llevaba un buen rato levantado. En cuanto vio al
lobo, cogió la escopeta y le disparó con muy buena puntería.
114. anonimo (georgia)
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