En la aldea de Montealto todos los
vecinos celebraban con gran solemnidad las fiestas de San Juan. Una niñita que
vivía en un pueblo lejano salió para ir a casa de sus abuelos a disfrutar de la
gran fiesta. Y sucedió que la víspera por la tarde, estando la pequeña de
camino, la oscuridad cayó sobre el valle y a causa del fragor de la tormenta
que se avecinaba, la niña, asustada, se extravió.
Con el primer trueno, perdió la
serenidad y empezó a llorar. Se hizo de noche y el pánico la dominó.
Estuvo lloviendo durante media hora
y la niña se refugió entre unas rocas. Cuando pasó la tormenta no había luna ni
estrellas, la niña no sabía donde estaba y tuvo un miedo espantoso. ¿Cuál sería
el camino de Montealto?
Y de pronto, maravillada, descubrió
unas hogueras a lo lejos y se encaminó a ellas. Se apagaban siempre al
acercarse, pero luego surgían otras, indicándole la dirección.
Al llegar a la aldea, sus
asombrados abuelos le preguntaron cómo había encontrado el camino.
-No lo encontré, me lo enseñaron
las hogueras de San Juan...
-Nadie ha ido a encender hogueras
fuera de la aldea -dijo el abuelo.
-Alguien sí -dijo la niña. Y sonrió
mirando hacia lo alto y creyendo ver la capa del bondadoso y joven santo.
999. Anonimo
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