Un cowboy; trotamundos, amigo de
cambiar de aires, se internó con su caballo en un territorio desconocido. Al
caer la tarde, temiendo perderse, espoleó al noble animal para que llegara al
llano. Una vez allí, se creía capaz de dirigirse a otro lugar civilizado.
Pero el animal se negó a seguir el
camino y se paró y ni los golpes de las espuelas ni los latigazos, pudieron
hacerle caminar.
Pérdida la paciencia, el irascible
cowboy terminó por saltar al suelo, pensando que por su peso el caballo no
caminaba. Y al pasar ante él para tomar las riendas y hacerle avanzar por la
fuerza, el suelo cedió bajo sus pies.
¡Estaba en un terreno de arenas
movedizas! El sabio animal lo había presentido, evitando una desgracia segura.
Debido a su pánico, el cowboy
perdió las riendas y las arenas le engullían más y más. Pero el caballo, al
borde del peligro, sacudía la cabeza en un intento de enviarle las riendas y
que pudiera asirse a ellas.
El cowboy lo consiguió después de
varios intentos y cuando se creía perdido el animal empezó a recular, hasta
sacarle de las peligrosas arenas.
En adelante, el cowboy trató de
mejor modo a su caballo, que no sólo se había revelado como sabio, sino como
fiel.
999. Anonimo
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