En un pueblo había un pastor muy bromista. Como se aburría cuidando los
rebaños, decidió divertirse a costa de los vecinos del pueblo. Dejó el rebaño
en el aprisco y entró en el pueblo gritando a voz en cuello:
‑¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
Todo el mundo cogió palos y horcas para hacer frente a la alimaña, pero
cuando llegaron junto al rebaño, el pastor se rió de ellos; habían creído sus
palabras.
Pasó el tiempo y otro día hizo lo mismo. La gente volvió a salir de sus
casas a toda prisa para matar al lobo, y se encontraron con que era mentira;
allí no había lobo alguno.
Pero un día, el pastor vio llegar a una manada de lobos hacia su rebaño;
fue corriendo al pueblo para pedir ayuda:
‑¡Que viene el lobo, amigos; socorredme!
Pero en el pueblo todo el mundo dijo:
‑Será otra broma del pastor.
Y nadie salió de su casa. Así que los lobos se comieron la mitad de su
rebaño, y le estuvo bien empleado por bromista.
999. Anonimo
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