Había una alta parra con hermosos racimos de uvas, doraditas por el sol y
el viento. Estaba la zorra mirándolas desde abajo, muerta de hambre, cuando
llegó un cuervo y le preguntó:
‑¿Es que no quieres uvas, amiga zorra?
A la zorra le dio vergüenza reconocer que no llegaba a las uvas y que no
sabía cómo tomarlas, y dijo:
‑No, no las quiero porque están verdes. El cuervo se posó en una rama,
cerca de¡ racimo más gordo, y comenzó a comerlo. Se echó a reír y dijo:
‑¡Consuélate como quieras, zorrita, y piensa que están verdes! ¡Pero yo
diría que están en su punto! No siempre ibas a salir ganando tú...
Y la zorra se fue de allí, con el rabo entre las piernas y más hambre que
antes.
999. Anonimo
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