La ratita se puso un lazo de raso y salió a la puerta de su casa para que
la vieran sus vecinos. Pasó un perro y dijo:
‑¡Qué guapa estás! ¿Te quieres casar conmigo?
‑¿Y qué me darás a cambio? ‑preguntó la ratita.
‑¡Todo lo que cazo en el año! ‑ofreció el perro.
La ratita dijo que ya vería, y al rato llegó el gallo.
‑¡Qué guapa estás, amiga! ‑dijo. ¿Quieres casarte conmigo?
‑¿Y qué me darás a cambio? ‑quiso saber ella.
‑¡Los cantos de mi garganta de oro! ‑contestó el gallo.
‑Bueno, ya te contestaré mañana ‑dijo la ratita.
Y se quedó pensativa, pues no sabía qué decidir.
Entonces apareció su amigo el ratoncito y exclamó:
‑¡Qué guapa estás, mi ratita! ¿Quieres casarte conmigo?
‑¿Y qué me ofreces a cambio? ‑preguntó ella, muy coqueta.
‑¡Nada especial! ‑dijo el ratón.
¡Mi corazoncito ratonil y todo lo que yo puede quererte!
‑¿A que no sabes quién se casó con la ratita? ¡Pues el ratón!
999. Anonimo
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