-¡Croá, croá, croá...!
-alborotaba una rana en su charca.
Así se pasaba el día.
Próxima a la charca
había una granja.
Estaba cantando la
gallina y le dijo la rana:
-Vecina, ¿no podrías
callarte? Me molesta tu canto y no dejas escuchar el mío.
-¡Pero yo también tengo
derecho a cantar! -protestó la gallina. Además siempre canto cuando he hecho
algo útil. Me gusta que mi amo se entere cuando pongo un huevo porque sé que le
alegra.
-¡Qué tontería! No es
cosa de cantar por un huevo.
-Pues tú cantas por nada
y molestas a toda la vecindad. Yo, al menos, soy útil a los hombres. Así que,
como tú no sirves para nada, cierra la boca de una vez.
La rana, toda
avergonzada, se zambulló en la charca, aunque sin dejar de gritar:
-¡Croá, croá, croá...!
999. Anonimo
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