Hace muchísimos años vivió un rey
portugués que tenía tres consejeros que presumían ser más inteligentes y
sagaces que nadie. El monarca esperaba la ocasión de herir su vanidad y un día
que paseaban por los alrededores de Lisboa encontraron a un campesino ocupado
en arar sus tierras. El rey, dirigiéndose a él, le dijo:
-Hay mucha nieve en la montaña,
¿eh, buen hombre?
-Ya es tiempo, Majestad -contestó
el labriego.
Sonrió el soberano y siguió con el
interrogatorio:
-¿Cuántas veces has quemado tu
casa?
-Dos veces, Majestad -respondió el
campesino.
-¿Cuántas has de incendiarla aún? -inquirió el rey.
-Tres, señor.
-¿Puedo enviarte tres patos para
que los desplumes?
-Desde luego, si es deseo de
Vuestra Majestad.
Prosiguieron su camino y, al cabo
de un rato, se volvió el monarca hacia sus consejeros.
-Ya habéis escuchado mi diálogo con
el campesino. Puesto que os consideráis tan listos, exijo que descifréis el
significado de las preguntas que yo hice al labriego, así como el de sus
respuestas. Si no acertáis, os consideraré indignos de vuestros cargos. Tenéis
tres días de plazo.
999. Anonimo
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