Olev había estado jugando todo el
día en la playa hasta que, cansado y acalorado, se quedó dormido junto a sus
juguetes. De pronto, se encontró sumergido en el fondo del mar, caminando
suavemente por senderos de algas que acariciaban sus pies.
A lo lejos, una estrella brillaba
con esplendor. Se acercó todo lo que pudo para contemplarla mejor y resultó ser
una sirena de tez blanca, larga cabellera rubia y ojos azul turquesa. Su
belleza era extraordinaria, a pesar de que, de cintura para abajo, era un pez.
-¿De dónde vienes? -preguntó al
niño. ¿Quieres conocer el palacio de mi padre?
El chico asintió y en el camino le
contó todo lo que ella quería saber. Y llegaron a un enorme jardín que
atravesaron, y se acercaron a un palacio de corales y piedra preciosas. La
puerta, de oro y ámbar, se abrió ante ellos y volvió a cerrarse apenas la
traspasaron.
Un gigantesco pulpo quiso atrapar
al niño, pero la sirenita lo impidió.
Después, llegaron a un estanque en
el que se bañaban muchas sirenas. Pero ninguna era tan hermosa como Solymar, y
no. tenían como ella una estrella en la frente. Así, en compañía de su amiga,
él niño atravesó estancias de magnífico esplendor.
999. Anonimo
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