Gersende era una niña encantadora,
de carácter alegre y bondadoso, tan dispuesta a aceptar lo malo como lo bueno.
Todo lo encontraba hermoso. Si hacía sol le parecía maravilloso. La lluvia se
le antojaba fuente de vida, adorno mágico de cristal... Cuando el frío hacía
que la gente se encerrase en sus casas, ella era feliz, agradecida al pobre
techo que le daba cobijo.
Las gentes mal intencionadas la
llamaban "Gersende la Tonta".
Un día de primavera, Gersende
descubrió un estrecho sendero entre la montaña, casi cubierto de zarzas y se
aventuró a seguirlo. Habría andado unos pocos pasos, cuando sintió cantar
dulcemente y descubrió a un lindo enanillo que bailaba al son de su melodía,
acompañado por el tintineo de las campanillas que adornaban su gorrito verde.
-Hola, hola -dijo Gersende.
-Hola, hola -replicó el enanito-.
¿Se puede saber quién eres?
-Me llamo Gersende y estoy muy
contenta de haberte encontrado. Eres muy guapo y cantas muy bien.
-Soy Vran, el enanillo y tú me
gustas. ¿Quieres cantar y bailar conmigo?
La niña aceptó y pasó una tarde
feliz en compañía de Vran.
999. Anonimo
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