Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 26 de julio de 2012

La mata de albahaca .003

Ésta era una mujer que tenía tres hijas. Y tenían en el jardín una mata de albahaca y cada día salía una de las hermanas a regarla.
Un día salió a regar la mata de albahaca la hija mayor. Y cuando estaba regándola, pasó por allí el hijo del rey y le dijo:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Y como no pudo responder se fué el hijo del rey para su palacio.
Y al día siguiente pasó otra vez el hijo del rey por la casa y salió la hermana segunda a regar la albahaca, y él la hizo la misma pregunta:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Tampoco supo responder y el hijo del rey se fué para su palacio.
Y el tercer día, cuando volvió el hijo del rey a pasar por la casa, la hermana menor salió a regar la albahaca, y él la hizo la misma pregunta que a las otras:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Y ella le respondió:

-Señorito aventurero,
¿cuántas estrellas tiene el cielo?

Y como el hijo del rey no supo responder a esta pregunta, se fué para su palacio muy averganzao.
Y entonces el hijo del rey, como estaba muy aver­gonzao de ver que no había podido responder a la pregunta de la hermana menor, se metió a encajero y salió vendiendo encajes por todas partes. Y llegó a la casa donde vivían las tres hermanas y salieron a ver qué vendía. Y la hermana merior escogió por fin una puntilla y le dijo al encajero:
-¿Cuánto quiere usted por esta puntilla?
Y él le dijo:
-Por esa puntilla un beso.
Y ella le dió el beso y se quedó con la puntilla.
Y otro día volvió el hijo del rey corno antes a la casa de las tres hermanas. Y salió la hermana mayor a regar la albahaca y él la preguntó otra vez:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Y ella no supo responder y él se fué para su pa­lacio.
Y al día siguiente volvió y salió la hermana segun­da a regar la albahaca, y el hijo del rey la preguntó como antes:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Y ella no supo responder, como la vez primera.
Y vino otro día el hijo del rey por la casa y salió la hermana menor a regar la albahaca, y la preguntó como antes:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Y ella le respondió como la vez primera:

-Señorito aventurero,
¿cuántas estrellas tiene el cielo?

Y a eso le preguntó él:

-Y el beso del encajero,
¿estuvo malo o estuvo bueno?

Y como ella no supo responder se metió en la casa avergonzada.
Pero pocos dias después se puso malo el hijo del rey y no había médico que lo pudiera curar. Y fué la hermana menor y se vistió de médico. Fué al pa­lacio del rey de médico superior, mucho superior, y le dijo al rey:
-Yo vengo, señor rey, a curar a su hijo.
Y la dejaron entrar y consultó con los otros mé­dicos y dijo:
-Pa que sane el príncipe hay que meterle un nabo en el c.
Conque bueno, que le metieron el nabo en el c y el hijo se puso bueno.
Y cuando ya estaba bueno, salió el hijo del rey otra vez a paseo y pasó por la casa de las tres her­manas otra vez. Y salió como de costumbre la her­mana mayor a regar la albahaca, y él la preguntó de nuevo:          

-Señorita que riega la albahaca,   
¿cuántas hojas tiene la mata?      

Y ella, como antes, no supo responder.   
Y otro día salió la hermana segunda a regar la albahaca, y la hizo el hijo del rey la pregunta de siempre:      
                  
-Señorita que riega la albahaca,   
¿cuántas hojas tiene la mata?      

Y tampoco supo responder.
Y el tercer día, cuando pasó el hijo del rey por la casa, salió la hermana menor a regar la albahaca, y él la preguntó como lo había hecho antes:

-Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojas tiene la mata?

Y ella le respondió como antes:

-Señorito aventurero,
¿cuántas estrellas tiene el cielo?

Y entonces el hijo del rey creyó que iba a salirse con la suya como antes y la preguntó:

-Y el beso del encajero,
¿estuvo malo o estuvo bueno?

Pero se engañó el hijo del rey, porque apenas había él preguntado eso de antes, cuando ella le preguntó:

-Y el nabo por el c,
¿estaba blando o estaba duro?

Y entonces el hijo del rey comprendió que ella ha­bía sido la que le había metido el nabo por el c. Y como estaba muy enamorao de ella y ella también estaba enamorada de él, en seguida se casaron.

5. Cuento popular

Fuente: Aurelio M Espinosa



003. España

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