Éste era
un muchacho llamado Juan que no conocía lo que era el miedo. Todos en su pueblo
conocían el miedo, pero él no; él no tenía miedo a nada porque no sabía lo que
era el miedo. Así que un día decidió salir al mundo a ver si podía conocer lo
que era el miedo.
Se echó
al camino y estuvo andando leguas y leguas hasta que se sintió cansado y tuvo
que pedir posada en una casa donde vivía un matrimonio de ancianos. Se sentó a
cenar con ellos y vio que en la mesa donde comían había dos calaveras, una de
las cuales contenía comida y la otra agua y le invitaron a comer y beber con
ellos. Lo hizo Juan tan tranquilo y les preguntó después:
‑¿Ustedes
saben qué es el miedo? Porque yo no lo sé y no le tengo miedo a nada.
Al día
siguiente se puso otra vez en camino y llegó a un castillo abandonado y decidió
pasar en él la noche. Allí
se preparó una cena con lo que llevaba y, mientras comía, oyó ruido de pasos y
vio que por una escalera bajaban siete frailes, cada uno con una calavera en la
mano derecha y una vela en la
izquierda. Los siete frailes eran muertos que venían del otro
mundo, pero a Juan no le daban miedo porque no conocía el miedo, así que los
invitó a cenar con él. Y mientras tanto se decía: «Pues ¿qué será el miedo?».
Después
de cenar se echó a dormir junto a una chimenea y al rato le despertaron unos
ruidos y luego escuchó una voz que decía:
‑¿Caigo o
no caigo?
Y él
contestó tan tranquilo:
‑Cae o no
caigas, que a mí lo mismo me da.
Y cayó
por el hueco de la chimenea la cabeza de uno de los frailes muertos. La cabeza
rodó y se le quedó mirando con los ojos abiertos. Y se oyó otra voz que decía:
‑¿Caigo o
no caigo?
Y Juan
Sin Miedo, lo mismo:
‑Cae o no
caigas, que a mí lo mismo me da.
Pues esta
vez cayó la mano derecha del fraile. Y otra voz volvió a repetir:
‑¿Caigo o
no caigo?
Y Juan:
‑Cae o no
caigas, que a mí lo mismo me da.
Y cayó el
cuerpo del fraile con piernas y brazos y todos los trozos se juntaron y el
fraile se puso en pie delante del muchacho. Y en esto otra voz que dice:
‑¿Caigo o
no caigo?
Y dice
Juan, harto:
‑Cae de
una vez y que caiga todo lo que tiene que caer, que ya tengo ganas de dormir.
Y allí
cayeron manos y brazos y piernas y calaveras y todas pertenecían a los frailes
y cada una corría en pos de las otras para juntarse en medio de un gran
estrépito; así hasta que estuvieron todos los frailes recompuestos y rodeando
al muchacho, que los miró y dijo:
‑¿No será
esto el miedo, verdad? Porque yo no sé lo que es el miedo.
Y los
frailes desaparecieron de su vista, con lo que por fin se pudo dormir y durmió
a pierna suelta hasta el día siguiente. Y al día siguiente se puso en pie y
siguió su camino mientras pensaba: «¿Qué será eso del miedo, que todo el mundo
habla de ello?».
Conque al
fin llegó a un reino donde había un rey que penaba porque un ogro tenía a su
hija en su poden Y cuando llegó Juan Sin Miedo todos se admiraron de que no
conociera el miedo y el rey le pidió que fuese a buscar a la princesa y que si
se la traía, se la daría en matrimonio. Y Juan se fue a la cueva del ogro y
cuando salió el ogro, como Juan no conocía el miedo, luchó con él, le venció y
rescató a la hija del rey. Entonces el rey cumplió su palabra y Juan se casó
con la princesa y decidió que nunca más se iba a ocupar de conocer el miedo
porque no le hacía ninguna falta.
Una tarde
que Juan estaba durmiendo la siesta, llegó la princesa para enseñarle una
pecera donde nadaban unos peces que le habían regalado; y al acercarse a Juan,
uno de los peces saltó y saltaron unas gotas de agua a la cara de Juan y éste,
que estaba medio dormido, dio un gran brinco lleno de susto mientras gritaba:
‑¡Ay, qué
es esto, que me matan! ¡Ay qué susto, que ahora sí que sé lo que es el miedo!
Y así es
como Juan conoció el miedo.
003. anonimo (españa)
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