El pequeño Marashi era
sastre. Tenía una tienda del tamaño de la caseta de un perro y cortaba y cosía
chalecos, casacas y otras prendas.
Un día pasó ante su
tienda un vendedor de hallva [1].
Lo paró Marashi y le dijo:
-¡Dame un poco de hallva!
Inmediatamente le pesó el
vendedor cierta cantidad y se la entregó. Mientras cosía, Marashi vio cómo se
posaban siete moscas sobre el pastel. Dejó la aguja, agarró un chaleco y de un
solo golpe mató a las siete moscas.
-¡Vaya -se dijo, mira que
soy fuerte!
Cogió un cinturón y
escribió en él: "De un golpe maté a siete". Se ciñó el cinturón,
cerró la tienda y se fue a recorrer mundo. Al llegar ante uno que vendía queso,
le dijo:
-¡Buen trabajo!
-¡Bueno sea!
-¿Me pesas un puñado de
queso?
Mientras el tendero
pesaba el queso por una parte, Marashi le robaba por la otra un pájaro de
monte metido en un saquillo y se lo guardaba en el pecho. Después pagó con
dinero, cogió el queso y lo guardó en su zurrón.
Camina que camina, sus
pasos lo llevaron a un hayedo. A la entrada del bosque se encontró con un
dragón.
-¿Y ahora? -se dijo
Marashi. Se detuvo y se puso a observarlo. Lo escrutaba también el dragón
cuidadosamente y leyó la leyenda escrita en el cinturón: "De un golpe
maté a siete".
-Vaya -se dijo el dragón.
-¡Si es capaz de matar a
siete de un solo golpe, debe de ser un hombre muy fuerte! Pero no me convence
mucho. ¡Vamos a probar!
Marashi era pequeño de
estatura y débil en apariencia, pero era astuto.
-¿Quien eres tú y qué
haces aquí?- lo interrogó el dragón.
-¡Soy más fuerte que el
más fuerte! -lo atajó Marashi.
-¡No me digas!
-¡Sí te digo!
-¿Crees que eres más
fuerte que yo?
-Sí, más fuerte que tú.
-¡Vamos a ver -dijo el
dragón, quien lanza la piedra más alto!
Cogió el dragón una
piedra, la lanzó hacia arriba y no volvió a caer a tierra sino pasadas tres
horas.
Marashi empezó a sentir
miedo, pues no era capaz de tanto. Pero se acordó de que llevaba el pájaro en
el pecho y le dijo al dragón:
-Es muy fácil tirar la
piedra y que vuelva a caer al suelo, pero ¿eres tú capaz de lanzarla con tanta
fuerza como para que no vuelva a caer?
Cogió seguidamente el
pájaro y lo arrojó hacia lo alto: como era de esperar, el pájaro echó a volar y
no regresó.
-¡Vaya! -dijo para sí el
dragón.
-Resulta que es verdaderamente
fuerte, pero voy a probarlo una vez más.
-Escucha -le dijo, tú que
eres más fuerte que el más fuerte. ¿Puedes sacar agua de una piedra? ¡Así es
como se averigua quién es verdaderamente poderoso!
Agarró el dragón entonces
un sillar y lo empezó a apretar entre sus zarpas, y tanto lo apretó que
consiguió que goteara agua de él.
Marashi quedó realmente
impresionado, pero no se dejó amilanar. Echó cuentas de que llevaba en la bolsa
el puñado de queso, lo agarró y le dijo al dragón:
-Sacar agua de una piedra
no es nada del otro mundo, ¿eres tú capaz de sacar leche en vez de agua?
Y alzó la mano que
sostenía el queso, lo estrujó y empezó a gotear leche.
Quedó atemorizado el
dragón y se dijo: "¿Qué voy a hacer ahora? Éste es capaz de matarme."
Y resolvió enviarlo con sus camaradas. "Son dos contra uno, pensó, espero
que puedan con él".
-¿Sabes qué?- le dijo
seguidamente a Marashi.
-Si eres capaz de vencer a mis dos camaradas, que se
han quedado en la cueva, estoy dispuesto a que formemos sociedad los dos
juntos.
-¡Claro que los venceré!
-respondió Marashi, y echó a andar a través del hayedo.
Metió por el camino dos
pequeños cantos en su bolsa y continuó andando hacia la cueva. Cuando vio a los
dos dragones frente a él, se acobardó y a todo correr se encaramó a la copa
del haya más alta temblando sin parar.
Llegaron los dragones y
se tumbaron a descansar bajo la misma haya en la que se encontraba Marashi.
"Como me vean -pensó, -estoy perdido". Mientras intentaba acurrucarse
todavía más, una de las piedrecillas que llevaba en la bolsa se salió y
rebotando de rama en rama fue a caer justo en la frente de uno de los dragones.
Creyó éste que había sido su compañero quien le había golpeado, ya que no
había nadie más por los alrededores, y sin hacer más averiguaciones le dio un
fuerte golpe a su vez.
-¡Qué te pasa! -le dijo
iracundo el otro.
Y le devolvió el golpe.
Acto seguido se enzarzaron los dos en una feroz pelea y, después de caer y
levantarse varias veces cada uno, acabaron matándose mutuamente.
Bajó Marashi entonces del
árbol, se encaminó hacia el gran dragón y le dijo:
-¡Ya he matado a tus
compañeros!
-¿Cómo? -se asustó el
otro.
-¿Los has matado?
-Sí, están los dos bien
muertos.
-Tú eres de los míos -le
dijo el dragón temeroso.
-Ven, vamos a la cueva
donde yo vivo.
Fueron a la cueva y
encontraron a otros siete dragones que se estaban asando un jabalí para cada
uno.
-¡Poned a asar otro
jabalí para mi amigo! -les dijo el dragón grande.
Sin embargo Marashi,
sabiendo que no podía comer tanto como los dragones, les dijo:
-Hoy estoy saciado y no
puedo comer más que un pequeño pedazo -y les señala la cantidad con la mano.
-Dejad el jabalí para
mañana y quedad tranquilos. Estoy necesitado de sueño y quiero acostarme
cuanto antes.
Comió un buen pedazo de
jabalí y se fue al lecho. Desde allí escuchó lo que hablaban entre ellos los
dragones:
-¿Qué vamos a hacer con
este hombre? De un solo golpe mató a siete y ha podido con dos de los nuestros.
En cuanto se quede dormido, lo sujetaremos con unas vigas de hierro.
Empezó Marashi a roncar
fingiendo dormir y en cuanto se levantaron los dragones en busca de las vigas
de hierro, saltó de la cama y se metió debajo. Echaron vigas y vigas los
dragones sobre la cama y, cuando la hubieron cubierto por entero, apareció de
pronto Marashi sano y salvo diciéndoles:
-¡Vaya, ha debido de
picarme una pulga!
No hicieron más que oír
aquello los dragones y echaron a correr para alejarse cuanto antes de Marashi.
Se perdieron por fin en el hayedo y no se dejaron ver más. Una vez solo, el
pequeño Marashi se tumbó a descansar bajo un manzano.
Pasaron los soldados del
rey junto a él y leyeron la inscripción del cinturón: "De un golpe maté a
siete".
-¿Será posible? -dijeron.
-¿Este hombre tan pequeño
como un puño, es posible que sea tan fuerte?
Fueron y se lo contaron
al rey.
-¡Traédmelo aquí! -ordenó
éste.
Partió una columna de
soldados, rodearon a Marashi, lo apresaron y lo condujeron ante el rey.
Al verlo el rey le
preguntó:
-¿Quién eres tú y a qué
te dedicas?
-Yo -respondió Marashi,
soy más fuerte que el más fuerte.
-¿Quién es el más fuerte?
-le preguntó el rey.
-¡El más fuerte soy yo!
Quedó convencido el rey
al fin y le dijo:
-¿Qué es lo que quieres
hacer? Si lo deseas puedes ser el primero después de mí. ¿Deseas ser el jefe
del ejército o qué quieres que te nombre?
-No quiero ser nada de
nada -le respondió Marashi.
-Pero cuando te
encuentres en un apuro del que no sepas cómo salir, llámame y yo encontraré el
modo de ayudarte.
-Tú te quedarás conmigo
-le atajó el rey.
-Te daré a mi hija por
esposa y cuanta riqueza me pidas.
Y se casó Marashi con la
hija del rey.
Marashi tenía un defecto
y es que hablaba en sueños. Cuando se quedó dormido, le oyó la hija del rey que
decía: ¡Dame esa aguja! ¡Dame esas tijeras! ¡Dame ese chaleco! Se asustó
entonces la novia y fue a decirle al rey:
-Yo no quiero a ese
hombre por esposo. Habla en sueños y por lo que he oído parece que es sastre,
porque no hace más que hablar de agujas y chalecos. Me has dado a un mal hombre
por marido, yo quiero un hombre verdaderamente fuerte.
-Qué puedo hacer yo, qué
puedo hacer -se decía el rey. Ya que habían resuelto no emparentar con Marashi,
resolvieron enviarlo a cazar toros salvajes, pensando que lo mataría uno y
así conseguirían deshacerse de él.
Había un bosque muy
grande donde no osaba entrar nadie, pues habitaba en él un toro berrendo, que
tenía un solo cuerno en mitad de la frente.
-¡Marashi! -le llamó el
rey.
-¡A tus órdenes!
-¿Serías capaz de matar a
un toro salvaje que ha invadido nuestro bosque?
-Sí -respondió al momento
Marashi, claro que lo mataré, basta con que me des una cuerda y una espada.
Cogió la cuerda y la
espada y marchó al bosque. Al verlo el toro comenzó a seguirlo por el hayedo.
Marashi avanzaba y se escondía unas veces tras un haya, otras tras otra, hasta
que el toro embistió y, creyendo que podría cornear a Marashi, clavó el cuerno
en el tronco de una haya y quedó allí aprisionado sin poderse revolver. Marashi
entonces le ató las patas para que no pudiera moverse y después lo golpeó con
la espada y lo mató. Le cortó la cabeza y se la entregó al rey diciendo:
-¡Aquí tienes, ya he
matado a tu toro!
Quedó sorprendido el rey
y fue a hablar con su hija:
-¡Te he dado por esposo
al hombre más fuerte que tengo en el reino! ¡No me vuelvas a hablar mal de él!
Aquella noche la hija del
rey volvió a oír a Marashi mientras hablaba en sueños: "Dame esa aguja.
Dame esas tijeras. Dame ese chaleco". Volvió a enfadarse entonces la novia
y fue a decirle a su padre:
-No, tú no me has dado un
hombre fuerte, me has dado un sastre, toda la noche no hace más que repetir:
"Dame esa aguja. Dame esas tijeras. Dame ese chaleco." No vuelvo a
dormir con él.
-¿Qué voy a hacer? ¿Qué
voy a hacer con este Marashi?se decía el rey.
-Voy a mandarle a cazar
el jabalí, a ver si se lo come.
-¡Marashi! -le llamó el
rey.
-A tus órdenes.
-Hay un jabalí que no
deja crecer nada en los campos ni en los huertos. ¿Podrías atraparlo tú?
-Lo atraparé -respondió
Marashi.
Partió y entró en el
bosque donde se encontraba el jabalí. Lo vio éste y se fue tras él. Marashi
caminaba y el jabalí iba detrás. Lo fue sacando entonces del bosque, lo llevó
por los
sembrados y poco a poco
lo condujo hasta una casa en ruinas con una sola puerta. Entró Marashi y el
jabalí detrás. Rápidamente cerró el joven la puerta, saltó por la ventana y de
este modo atrapó al jabalí.
Fue ante el rey y le
dijo:
-He atrapado al jabalí,
si quieres verlo, lo tienes encerrado en aquella casa en ruinas.
Una vez más quedó
sorprendido el rey, llamó a su hija y le dijo:
-Ahora ya no puedes
reprocharme nada. Te he dado al hombre más fuerte que existe sobre la faz de la
tierra.
Otra vez yació la novia
con Marashi y durante la noche le oyó que decía en sueños: "Dame esa
aguja. Dame esas tijeras. Dame ese chaleco." Harta ya la muchacha, le
dijo a su padre:
-¡Puedes matarme o
colgarme si quieres, pero yo no me acuesto más con un hombre que se pasa la
noche entera diciendo esas cosas!
-¿Qué voy a hacer yo
ahora, qué voy a hacer? -se decía el rey desesperado para sus adentros.
Recibió entonces una
carta de otro rey vecino, en la que le decía: "Hemos oído decir que tienes
en tu reino a un hombre fuerte y sabio que no tiene par en lugar alguno.
¡Envíamelo enseguida, quiero saber qué traman mis hijas por las noches!"
Aquel rey tenía tres
hijas y estaba empeñado en averiguar a toda costa a qué se dedicaban por las
noches. Había prometido grandes riquezas a quien lo descubriera, pero nadie lo
había conseguido, y a todos los que lo habían intentado los había acabado
colgando.
Llamó el rey a Marashi y
le dijo:
-¡Marashi!
-A tus órdenes.
-Un rey muy poderoso me
ha enviado recado diciendo que quiere que averigües a qué se dedican sus hijas
por las noches. Si lo consigues, te dejará el reino y te colocará en su propio
trono; si no lo consigues, te colgará como a todos los demás.
-Iré -le respondió
Marashi.
-Y si me cuelga, qué mas
da. Será que por fin ha llegado mi día.
Se presentó Marashi ante
aquel rey y le dijo:
-Yo averiguaré lo que
hacen tus tres hijas por las noches, pero debes dejarme pasar una noche en la
estancia donde ellas duermen.
Le agradaron al rey estas
palabras, cogió a Marashi y lo condujo junto a sus hijas, a las que dijo:
-Dejad a este hombre que
duerma hoy en vuestra habitación.
Acogieron las jóvenes a
Marashi y le dieron a beber la hierba del sueño, tal como habían hecho con
todos los demás. Pero Marashi lo advirtió y retuvo en la boca el contenido del
vaso, lo derramó por su pecho simulando haberlo bebido y, para engañarlas aún
mejor, comenzó a tambalearse de un lado a otro hasta quedar tendido en el
suelo.
-¡Ya está listo éste
también! -dijeron las muchachas.
Lo alzaron y lo echaron
sobre la cama, creyendo que dormía. Después apartaron una tela roja que
colgaba en cierto rincón de la estancia y, a través de un orificio abierto en
el muro, llegaron una tras otra hasta la orilla del mar. Marashi las siguió a
través de la abertura y salió también él al borde del mar. Las muchachas
subieron a una barca y Marashi corrió tras ellas y se ocultó bajo la quilla.
De este modo atravesaron el mar negro.
Al otro lado del mar todo
era de oro: las espigas de trigo, las manzanas, las flores, todo de oro. Oculto
tras unos matorrales, Marashi vio como el hijo de un rey llegaba al prado
donde esperaban las muchachas y se ponía a jugar, a saltar y a cantar con
ellas. Ya tarde, al despuntar el día, dijo la mayor a sus hermanas:
-Rápido, regresemos, no
vaya a despertarse el pequeño Marashi y al no encontrarnos se lo diga al rey.
Echaron a correr hacia la
barca y Marashi fue tras ellas, pero antes de entrar en el mar se dijo:
"Voy a cortar una espiga y una manzana, tal vez me resulten útiles."
Cogió una espiga y una manza-na y se las guardó en el pecho. Encontró en el
suelo la caperuza del hijo del rey y también la recogió. Cruzó el mar sin ser
advertido por nadie, se apresuró para llegar el primero a la estancia de las
muchachas y a toda prisa se introdujo en el lecho.
Al día siguiente el rey
lo hizo llamar y le preguntó:
-¿Conseguiste enterarte
de algo?
-Sí, lo sé todo -le respondió.
Y a continuación le
refirió con todo detalle lo que había presenciado.
-¡No puede ser! -le
replicó el rey.
-Si no me crees -le atajó
Marashi, aquí tienes una manzana y una espiga de las que crecen al otro lado
del mar negro.
El rey había visto aquella
clase de espigas y de manzanas en los arcones de sus hijas.
-¡De modo que se las has
robado a mis hijas!- lo acusó indignado.
-No, yo no les he robado
nada- le respondió Marashi.
-Pero si no te fías de mis palabras, aquí tienes
esta prueba.
Y le mostró la caperuza
del hijo del rey con el emblema real en ella.
-¡Lo has conseguido
realmente! -exclamó entonces el rey.
-Yo ya no tengo por qué
permanecer más tiempo aquí, eres tú quien debe ocupar mi lugar.
Y el pequeño Marashi se
convirtió en rey y edificó castillos y palacios y a partir de entonces su
mujer aceptó yacer con él.
110. anonimo (albania)
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