Mucho tiempo atrás en su época de sueños en Australia,
los kanguroos no tenían bolsa marsupial.
La señora kanguroo era muy
infeliz. Su pequeño bebé era tal pre-ocupación. Cada vez que se bajaba,
desaparecía saltando hasta perderse.
La señora kanguroo ha estado cuidando de su bebé toda
la mañana. Y ahora tenía hambre. Mirando alrededor vio una inmensa piedra. Ella
dejaría a su bebé cerca de ella , entonces sabría donde encontrarle, pues ella
desea probar los dulces pastos que crecen alrededor.
Y mientras descansaba en sus manos y empezaba a comer,
escuchó un gruñido y una voz que decía:
-Oh querida, oh querida! Viejo y bueno para nada eso
es lo que soy. A nadie le sirvo.
Mirando hacia arriba, señora kanguroo vio a un viejo
wombat moviéndose lentamente.
-¿Que pasa Wombat? -preguntó ella.
-Oh querida, oh querida...solo estoy murmurando acerca
de este mundo, sin tener a nadie que se preocupe si vivo o si muero! Pero quien
esta hablando? Es la señora kanguroo, no puedes tu verme? Mi querida, no he
puesto mis ojos en nadie este año pasado. Estoy ciego y sin nadie que me pueda
mostrar donde los dulces pastos están.
-Yo te mostraré el camino de como llegar a las pastos,
dijo la señora kanguroo saltando hacia él, dándose la vuelta.
-Toma y alcanza mi cola. Entonces iré despacio, ahora
tomate tu tiempo.
La señora kanguroo se detuvo pasivamente como un
lagarto tomando un baño de sol, y el wombat se cogió de su col. Entonces la
señora kanguroo se movió lentamente hacia adelante. Cada vez que el wombat se
perdía, la señora Kanguroo cuidadosamente ponía la cola a su alcance y le
decía:
-Ahí! Ahí Wombat! No te preocupes tú estarás bien.
Finalmente llegaron donde están
los dulces pastos. El wombat comió y comió, mientras la señora kanguroo fue de
regreso a buscar a su bebé. Por supuesto que el bebé se alejó brincando desde
la piedra. Paso mucho tiempo hasta que la señora kanguroo lo encontrara. Ella volvió al lugar donde dejo al
Wombat. Pero el viejo Wombat se había ido a dormir.
De repente la señora kanguroo presintió peligro. Se
sentó, agudizó sus orejas, sus ojos brillaron, y olfateó el aire. Si, había
peligro. Tomando a su bebé , corrió a unos matorrales. Desde su escondite La Señora Kanguroo
vió a un cazador negro aparecer en la claridad.
Este estaba arreglando su lanza, y vio que iba a matar
al wombat. Como un rayo la señora kanguroo bajó a su bebé y corrió hacia el
wombat. El hombre negro le dio una mirada, y se fue.
Allá muy lejos en su hogar el gran Espíritu Dorado estaba
pensando. El se había cambiado a si mismo al viejo wombat para descubrir quien
era el animal más generoso. La señora kanguroo fue la única que sintió piedad
de él. Que podría darle él a ella?
Sus ojos cayeron en una bolsa dorada la cual había
sido hecha por los espíritus de los pastos. Justo lo que necesitaba! El le
daría aquello a la señora Kanguroo. Y ella podrá llevar a su bebé . Llamando a
uno de sus niños le dijo que llevara la bolsa dorada a la señora kanguroo.
-Dile a ella que se amarre la bolsa alrededor de su
cintura y haré que crezca en ella.
Así el niño espíritu se lo llevó a la señora kanguroo.
Y tan pronto lo amarrara a su cintura paso a ser parte de su cuerpo, que fue
una amorosa y peluda cuna para su bebé.
La señora Kanguroo ahora tiene que enseñarle a su bebé
a permanecer en la bolsa. Esto tomó largo tiempo. Ella le enseñó practicando un
juego de esconderse en la bolsa, lo que fue muy entretenido. El pequeño podía
salirse, dar una larga carrera y saltar primero la cabeza en la bolsa. Entonces
el podría darse vuelta hacia arriba, brillando sus ojos de contento.
Su mamá descubrió que podía hacer la bolsa mas grande
o mas pequeña. Cuando sus enemigos la persiguen, ella puede saltar junto a su
bebé hasta llegar a protejerse en los matorrales. Entonces con sus cortos
brazos, sacar al pequeño afuera. El enemigo podría seguirle a ella y el bebé
estaría a salvo.
Después que la señora kanguroo tuvo su bolsa todos sus
primos, los wallabies, el wallaroos, y el pequeño kanguroo ratón, querían la
bolsa también. Así que ella mandó un mensaje al Espíritu Dorado , preguntándole
si él tenía bolsas para ellos.
El Espíritu Dorado envió su palabra de que pediría a
los espíritus de los pastos, que hicieran uno para cada valiente y generosa
madre de la familia de los Kanguroos.
Fuente:
Alejandra Peraza
999. Anonimo
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