En cierto estanque había dos niños
de piedra. El uno estaba a gatas, como si fuera un caballito y el otro sobre el
anterior, como si fuera su jinete.
El día de la inauguración del
estanque, acudieron muchos niños a ver la escultura.
Pasaron los días y el niño de
piedra que estaba arriba dijo al de abajo:
-¿No te cansas de llevarme siempre
a cuestas?
-No, porque soy de piedra.
-¿Y no te peso?
-¡Piedra con piedra no pesa!
El de arriba dijo entonces:
-¿Por qué no nos cambiamos? Yo
ocupo tu sitio y tú el mío.
-¡Eso sí que no! -respondió el de
abajo. Yo hago de borrico.
Pero el niño que estaba arriba
observó que los niños que jugaban en torno se ponían en la misma postura que
ellos y se turnaban.
-Los niños que vienen aquí a veces
hacen de borrico y otras saltan encima -alegó el que deseaba cambiar de
posición.
-Siendo así, cambiaremos también
nosotros.
999. Anonimo
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