Ramonete y su perro eran
inseparables; Siempre caminaban juntos hasta cuando el chico iba a la escuela.
Cierto que el perro se quedaba fuera, esperando... salvo en alguna ocasión que
se colaba.
Un día, el padre del niño enfermó y
su madre le envió al taller donde trabajaba a cobrar el jornal.
Obedeció Ramonete y con él Emir, el perro. Y he aquí que unos
ladrones que andaban al acecho, siguieron a ambos y, al llegar a una esquina
oscura, cayeron sobre el niño y le arrebataron el dinero.
-¡Emir, ve por ellos! -gritó Ramonete, incapaz de alcanzar a los
bandidos. Y Emir desapareció por un
callejón, siguiendo los talones de los bandidos. Ramonete empezó a preocuparse
cuando les perdió la pista. Así que llorando, regresó a casa y contó a sus
padres lo ocurrido.
A medianoche oyeron unos ladridos y
Ramonete se precipitó a la puerta, pues había reconocido a Emir. Llegaba con heridas en el lomo y en la cabeza, pero entre sus
dientes llevaba la bolsa con el dinero. Sin dada el fiel animal había expuesto
su vida y luchado con arrojo para no privar a sus dueños de un dinero tan
necesario en aquellos momentos.
-Nunca tendré un amigo mejor que tú
-le dijo Ramonete con emoción.
999. Anonimo
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