Hubo una vez, en el corazón de un
espeso bosque, unos geniecillos alegres y simpáticos, pero muy sucios. Su
casita era un desastre y las hadas y demás animales del bosque les reprochaban
su descuido.
Un día la Reina de las Hadas, que
pasaba en su carroza, amenazó así a los geniecillos.
-Como no arregléis vuestra casa, os
peinéis y os limpiéis las uñas, llamaré a la Bruja Gruñona para que cuide de
vosotros.
Ellos aseguraron que se
corregirían, pero no fue así. De forma que llegó la Bruja Gruñona, la cual
llevaba seis pares de gafas para ver mejor y empezó a dar órdenes. Día y noche
los tuvo trabajando.
Hartos los geniecillos de tanto
trabajo escondieron la escoba de la Bruja y tomaron píldoras mágicas para
transformarse en pájaros y así poder huir.
Y se transformaron en gorriones.
Pero sucedió que, cuando quisieron recobrar su verdadera forma, el geniecillo
encargado de las píldoras no pudo recordar donde las tenía guardadas. Y en
gorriones se quedaron para siempre.
Si hoy alguien se fija en el nido
de estos pájaros, verá que siempre están sucios. Son simpáticos, pero no saben
tener aseado su hogar.
999. Anonimo
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