Un hombre cambió un caballo por una oca, y la oca
por un saco de manzanas podridas, y los amigos le dijeron:
‑¡Tu mujer te reñirá por ello! ¡Nos apostamos un
saco de oro!
El hombre aceptó la apuesta y fue a su casa con
los amigos. Le contó a su mujer los cambios que había hecho y le dio el saco de
manzanas podridas.
Entonces ella dijo muy alegre:
‑¡Qué bien, marido! Total, el caballo comía
mucho; además, hoy me ha pedido limosna un pobre y le he dicho que no tenía ni
una manzana podrida que darle. ¡Ahora ya tengo, gracias a tus buenos negocios!
¡Qué listo eres, marido!
Y le dio un beso, la mar de contenta.
‑¿Habéis visto? ‑dijo el hombre a sus amigos.
‑Desde luego, es asombroso
-tuvieron que reconocer, y pagaron su apuesta con
un saco de oro.
Así que, gracias a la buena conformidad de la
mujer, los dos esposos vivieron ricos todos los años de vida que les quedaban,
que fueron bastantes.
999. Anonimo
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