Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Trino, el joven valiente .852

Que era un hombre pobre. Resulta que tenía la señora muy enferma. Hacía tres días que no podía tener familia. El hombre tenía justo para comer con lo que ganaba en el día, en el trabajo. Con la enfermedad de la señora, él no podía salir a trabajar. La señora se le estaba por morir y los hijos lloraban de hambre.
Y él al ver llorar los hijos, intentó quitarse la vida para no ver el sufrimiento de la familia.
Alzó un lazo y se jue retirado de la casa, con la intención de horcarse. Él que había atado el lazo en el árbol, y se iba subiendo arriba del árbol para largarse de áhi, llegó un señor en un coche, y le pregunta:
-¿Qué está por hacer, señor?
Y el hombre pobre le contesta:
-Con avisarle a usté lo que me pasa no voy a remediar mi necesidad.
El señor le contesta:
-Muchas cosas puede remediar. Basta que me avise qué es lo qué 'tá por hacer usté con ese lazo atado al árbol.
El hombre pobre le contesta:
-Estoy por quitarme la vida.
-¿Cuáles son las razones, para que usté se quite la vida? -le dice el señor.
El hombre pobre le contesta:
-Mire, señor, mi señora hace tres días que 'tá penando y mis hijos se mueren di hambre. Para no verlos sufrire intento hacer esto.
El señor le dice:
-Vamos, amigo, yo le voy a arreglar esta situación con este compromiso, que si la criatura que va a tener su señora, es varón, va a ser para mí. Yo pagaré todos los gastos de médico y lo ayudaré para que lo críe y para que lo haga educar hasta cierto tiempo, que yo disponga llevarlo. Yo soy dueño de un regimiento, y cuando él sea útil para manejar el regimiento, yo lo haré llevar.
El hombre pobre lo aceta y se van a su casa. Y nace la criatura, varón. Le pusieron de nombre Trino.
El señor pagó todos los gastos y el hombre le avisó a la señora este compromiso, que él había sellado con este señor. La señora le contestó que estaba bien.
El chico se iba criando hasta una edad de colegio. Rindió sesto gradó, siempre con la ayuda de este señor.
Este niño, los padres nunca le avisaron a él que ellos habían sellado este compromiso con este señor.
Una tarde llegó un señor a caballo, donde traía una carta y un traje militar para que se presentara el joven ante el ejército de este señor. El hijo, ese día, no se encontraba en las casas. Como este hijo era tan educado y tenía muy buenos amigos, él vino a la noche a la casa. Encontró a los padres que 'taban llorando. Él les preguntó qué pasa, porque lloran. Les pregunta, por dos o tres ocasiones y recién los padres le avisan este compromiso que ellos tenían con él. El hijo les contesta:
-Mis padres, no lloren. Si ustedes han sellado ese compromiso, está bien. Yo voy a ir gustoso a cumplir.
En seguida los padres le entregan la carta de este señor, donde le dice:
«Áhi te mando el caballo y la ropa militar, para que te informes y vengas al cuartel. Lo único que te advierto que tengas mucho cuidado en el viaje con la gente envidiosa».
Este hijo siguió viaje. Salió en la mañana temprano. A la noche llegó a un pueblo y se dirigió a un hotel, pidiendo comida para él y alguna comodidar para guardar el caballo.
Al estar él, adentro, en el hotel, si arrima un señor adonde él estaba y le pregunta que si venía de lejo, como buscando hacerlo amigo. Este joven olvidando lo que en la carta le decía el señor, le empezó a conversar lo que hacía y a donde se dirigía, y para qué iba. Este señor le dijo si no quería que lo acompañara a comer y así conversaban un rato, y este joven acetó. Comieron, y entonce le dice al joven, este señor:
-Si quere vamos a dormir en la misma pieza, así los acompaña-mos.
Y el joven ateta con mucho gusto.
Este joven, rendido del viaje, se durmió fuerte, y el acompañante le roba la ropa militar y le roba el caballo. Y sigue viaje al cuartel en donde lo esperaba el señor. Este señor y la señora no lo conocían al joven, pero lo querían como a un hijo y lo esperaban como a un hijo. Ellos sólo tenían una hija que les habían robado y estaba en un castillo encantado.
Este señor que le robó la ropa y el caballo al joven era calvo y se compró una cabellera del mismo color que el pelo del joven.
Y llegó, y lo recibieron muy bien y le entregaron el mando del regimiento.
 El joven, cuando se despertó, se dio cuenta de todo y si acordó de las palabras de la carta, que se cuide de los envidiosos. Entonce empieza a ver cómo llega allá, a la casa del señor.
Se pone en camino y llega a un pueblo. Áhi 'taba en una esquina y llega un militar buscando pión pa manejar un sulke, casualmente del señor que le mandó el uniforme. Él se ofrece y se va de pión. Para que no lo conozca, él andaba siempre con la cabeza atada. Y áhi le tenían mucho cariño porque lo ven que es muy trabajador y valiente. Y un día le dice la señora al señor:
-Más bien a este pión lo hubieras puesto al mando del ejército y no a ese burro que has puesto.
Ya lo querían como hijo al pión y él hacía todo en la casa.
El jefe del regimiento tenía que buscar la niña encantada y casarse con ella. Éste que le robó la ropa, lo reconoció al joven y para hacerlo matar, le dijo al señor que se había dejado decir que él era capaz de tráir la niña encantada. Y claro, él se quería casar con la niña, pero como no era valiente, no era capaz de ir a tráila. Y él mismo como jefe del regimiento lo llama, y le dice:
-Mirá, la niña con quén yo me tenía que casar la han robado, y si vos no me la tráis aquí, inmediatamente te afusilo.
Trino se dio cuenta que éste ahora lo quería hacer matar.
Esa noche no durmió, pensando, y en eso oye que lo llaman para ajuera:
-Trino... Trino...
Él no sabía quén podía ser, porque áhi nadie sabía que él se llamaba Trino. Y va. Era un cuartito di ande salía la voz. Y le dice un hombre:
-¿Qué te pasa?
Y él le cuenta lo que le pasa, y entonce le dice:
-Mirá, yo soy un mago y te voy a ayudar, yo te vengo a salvar. Mañana pedí que te den la caja de fierro, ésa que tiene el padre de la niña, cien bueyes, cien bolsas de trigo, cien conejos, un barco cargado con proveeduría y cien conscritos para ir a buscar la niña.
Todo le dieron. No le querían dar la caja, pero al fin se la dieron.
En esa caja se acomodó el mago, y nadie, juera del joven, sabía este secreto. El joven tenía la orden de no tocar los bueyes, ni el maíz, ni el trigo, para nada.
Salieron de viaje. A los diez días se termina la proveeduría. Lo jue a hablar al mago y éste le dice que tenga paciencia, que ya iban a llegar a tierra, y que áhi podía cargar comida.
Llegan a tierra, pero había una gran cantidar de tigres, que no podían bajar. Entonces el mago le dice que les largue los cien bueyes. Y áhi, mientras los tigres comen los bueyes, ellos cargan de todo. Entonce se le presenta un tigre, al joven, y le dice que cuando necesite algo, que lo llame, que él lo va ayudar. Él se sorprende, pero el mago le dice que es el rey de los tigres, que ya lo va a necesitar.
Y siguen. Y se les vuelve a terminar la comida. Y el mago le dice que ya van a llegar a tierra.
Llegan, pero no pueden bajar por la gran cantidar de hormigas que hay. Entonces el mago le dice que le largue las cien bolsas de trigo. Y se las largó. Y mientras las hormigas comen, ellos cargan de todo. Entonce se le presenta la reina de las hormigas y le dice que cuando la necesite la llame.
Siguen y llegan a tierra pero no pueden bajar por la gran cantidar de águilas que hay. Entonce el mago le dice que les tire los cien conejos y que carguen tranquilos. Y largaron los conejos y cargaron comida. Entonces se presentó una águila, el rey de las águilas, y le dijo que cuando algo necesitara, la llamara, que al momento iba a llegar.
Y siguieron viaje. Hasta de tanto viajar llegaron a la orilla ande 'taba el castillo encantado. Áhi 'taba abandonado por la razón de que todos los que habían ido áhi, 'taban encantados en el castillo en forma de maceta. Todos 'taban dehesperados al ver esto.
Entonce el mago le dijo al joven:
-Vos tenís que ir con mucho coraje a tráir la niña. Si no volvís todos los del barco van a quedar encantados. No tenía que recibir nada, que te van a envitar con toda clase de atenciones, ni te tenís que dejar besar con nadie. Tenís que decir que vas a buscar la niña nada más.
Y él jue y llegó. Cuando él estaba adentro, había muchas niñas, una lo hablaba di un lado, otra de otro. Él no atendía nada. Buscó la niña y le dijo que venía a llevarla. Y mientra la niña se preparaba para viajar, las otras lo volvían loco, y en un descuido, una viene de atrás y lo besa. Y ya quedó encantado él adentro del castillo.
Y bueno. Entonce le dieron de penitencia 'tar adentro de una pieza que 'taba al frente de una sierra altísima, que nunca podrían dentrar los rayos del sol, porque atajaba la sierra. Él se iba dehencantar sólo cuando áhi dentraran los rayos del sol.
Él se afligía por la gente que había quedado en el barco, que se iban a perder todos. Entonce se acuerda de aquellos animales que le supieron ofertar ayuda, y en seguida hace el pedido al tigre, a la hormiga y al águila, que lo salven.
Al momento vido en la punta de la sierra que 'taba llena de tigres que cavaban con las uñas, de hormigas que desprendían pedacitos de piedra y de águilas que acarriaban tierra para todos lados. Al poco rato no más abrieron un pedazo en la sierra y dentraron a su pieza los rayos del sol.
Áhi no más se dehencantó y salió libre. Y áhi vino la niña con un pincel, le dijo:
-Paselé el pincel a estas macetas que 'tan en fila. Cada maceta que le pasaba el pincel era un contristo que se paraba, y li hacía la venia.
Áhi no más Trino sacó la niña y se jue al barco, con el regimiento qui había desencantado. Eran de otro barco.
Y ya todos contentísimos se pusieron de viaje en los dos barcos.
Y la niña no sabía cónque agradecerle a Trino, y le dijo que se iba a casar con él.
Entonce, en el viaje, la niña le preguntó cómo había sido el caso. Entonce él le contó toda su historia. Ella sabía que ella tenía que casarse con este joven, que el padre había ayudado. Y ésa era la casualidar. Ella le dijo que siempre lo esperaba en el castillo porque sabía que él era muy valiente.
El otro, el que le había robado el traje de militar y el caballo, ya había pensado de hacerlo fusilar a este joven si venía. Él sabía que era muy valiente. Y así se casaba él con la niña.
Los padres de la niña siempre se subían arriba de la casa para devisar con larga vista a ver si volvían los barcos. Y por fin una tarde vieron estos dos barcos que venían a poca distancia di áhi.
Y ya el jefe del regimiento cuando vido que venían llegando, mandó a formar las tropas para recibir la niña, y él iba con los que créiba que iban a ser los suedros.
Cuando llegan, baja la niña primero, y éste va primero a darle la mano, y ella no le da la mano y le tira un manotón a la cabeza y le saca la cabellera, y corre ande 'tán los padres. Y áhi quedó mal él.
Y él entonce quere hacer afusilar a Trino. Pero los afusilaron a él.
Ya se supo todo. Los padres estaban contentísimos, y Trino se casó con la niña, y él jue el jefe del regimiento.
Y áhi vivieron felices.

Agustín Cruz Bustamante, 40 años. Villa de María del Río Seco. Córdoba, 1952.

El narrador campesino, es nativo del lugar.

Variante del cuento tradicional.

Cuento 852. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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