Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La sapita encantada .966

Eran tres hermanos, hijos di un Rey. Salieron a rodar tierra. Uno tomó para el oriente, otro para el occidente y otro pal este.
El shulco se quedó atrás de los mayores, ¿no? Se quedó en el campo porque sentía cantar una canción muy hermosa. Y no siguió más adelante porque se quedó encantado de ese canto. Tantos días estuvo y más se iba aproximando y no podía saber en dónde cantaba una mujer. No sabía. Bueno... Porque va llegando y llega a una choza. Había en una piecita, una viejita, muy viejita. Y le dice:
-Señora -le dice, ¿es aquí ande canta una niña?
-Sí -dice.
-¡Ah!, vengo a pedir la mano de ella, porque m'hi enamorado sólo con la voz que tiene tan melodiosa, tanto que m'hi concentrado di amor, que sin conocerla vengo a pedirla.
-Pero, niño -le dice, ¡cómo se va a casar si es una sapa, que la tengo dentro de una tinaja!
Bueno... Entonce...
-Nu importa. Sea sapo, sea escuerzo, sea lo que se fuese, yo la llevo -dice el Príncipe.
Bueno... La premia a la viejita, alza la tinaja y la lleva en la cabeza.
Cuando ya iban cerca de la comarca del Rey, del padre, le dice la sapa:
-Tirame. Tirame al suelo.
Era una laguna grande. Iban pasando.
-Tirame al suelo -le dice.
-No, sapita, te vas ofender.
-No, tirame, tirame -que le dice.
La tira al suelo. Pega un salto, entra a la laguna. Queda llorando el Príncipe. Claro, dice:
-Ésta ya se junta con todos los sapos. No va volver más.
Entonce, di allá, comu a las tres horas, sale. Sale un cortejo di una princesa acompañada con toda la corte de sus princesas. Con seis caballos blancos y una carroza y la princesa iba adentro con todas las damas.
¡Qué!, queda encantado el Príncipe. Y áhi no más lo viste a él. Iba pobre, claro, tanto tiempo sin cambiarse, sin nada.
Y ya llegaron al reino. Y ya se la iba a llevar al Rey a la Princesa. Y se echaron a vuelo las campanas. Y salió el Rey. Y li ha llevado un obsequio la sapa. Una camisa que manos no habrán tocado, de hermosa. Y botones de oro, encima, bien encartonada, bien lustrada.
Y ya llegaron los dos hermanos mayores. Y fueron a presentar las yernas que iban a ser para el Rey.
Entonce ya preparan el banquete. 'Taban todos. Ellas también traiban regalo pero ni se parecían al regalo de la sapita.
Todos los güesitos de gallina que comía, de paloma, en fin, de pato, la Princesa iba poniendo en el ajuar, a la vuelta. Y las otras princesas hacían lo mismo, la imitaban a la señora del shulco.
Cuando ya terminaron de comer, ya tocaron la banda para que bailen. Salieron a bailar. En las primeras vueltas, la Princesa del Príncipe, la sapa, cerró la primera vuelta, se llenó la casa de claveles. En la otra vuelta se lleno la casa de diamelas. Y en la otra vuelta se lleno la casa de jazmines. En cambio cuando bailaban las otras saltaban los güesitos como se los habían puesto no más. Áhi se dieron cuenta que esta Princesa tenía una virtú que no tenían las otras, y que por eso había estado encantada.
Y yo estuve en la fiesta y no me convidaron nada, y yo m'hi venido para acá.

Ramona Virginia Villafañe de Coronal, 86 años. San Fernando del Valle de Catamarca. Catamarca, 1968.

Cuento 966. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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