Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Iras y nunca volveras .859

Éste que era un matrimonio. Que eran muy pobres. Y este matrimonio que tenía dos hijos. Y claro, el padre como era pobre no tenía cómo darles de comer. Y un día, esque dice el padre que se iba a ir a la orilla del río a pescar.
Y bueno. Este señor había acomodado un pedazo de carne y se había ido a la orilla del río a pescar. Y estando a la orilla del río ató la carne en un alambre y la entró en el agua. Al entrarla en el agua sacó un pescado, que era un pescado hembra. Y bueno, al sacarla, esque le dice la pescada que no la mate a ella y que ella le va a dar una virtú para que pueda criar sus hijos, porque como él era tan pobre, ella le iba a dar una virtú. Y entonce esque le dice la pescada:
-Mirá, tomá estas dos plantitas de naranjo. Plantalas en tu casa. Mientras vos estés bien, las plantitas se van a conservar verdes. Y también te van a avisar así cuando tus hijos sean grandes y salgan a rodar tierra. Pero siempre -esque le dice- no tienen que pararse adonde haiga una laguna, porque va a ser para mal.
Bueno. Este señor esque había recibido todos los consejos y se había ido a las casas. Y antes, claro, había largado la pescada. Este hombre tenía pescados en abundancia y vendía y pasaban muy, bien la vida. Las tenía muy bien cuidadas a las plantitas de naranjo y no dijo nada a nadie.
Y bueno, los hijos ya 'taban grandes, ya si habían criado. Y un día esque le dice el hijo mayor, que iban a salir a rodar tierra, porque como ya eran grandes, podían trabajar para ellos vestirse. Y bueno, el padre esque le dice que bueno, que estaba bien, que se vayan. Y el padre esque le había dado a cada uno un caballo blanco y dos perros. Así que ya salieron.
Y ya habían caminado mucho. Y se encuentran con dos caminos. Que estaban en cruz. En un camino que decía Irás y nunca volverás, y el otro que decía Por acá irás y volverás. El menor dice:
-Yo me voy por el camino que dice: Por acá irás y volverás.
El otro, el mayor, que dice:
-Yo me voy por el camino que dice: Por acá irás y nunca volverás.
Y bueno, cuando el mayor iba por el camino, se encuentra con una laguna muy grande de agua y la pescada le había dicho que no se pare donde hay agua. Y bueno, al bajarse a la laguna con agua, le dio agua al caballo y al perro, y al mirar así, para el lado, vio que había un palacio muy grande. Y en ese palacio esque vivía una reina. Y esa reina que tenía muchas criadas. Y cuando este joven que se había bajado, esque si había visto desvestido. Y es que sale una de las criadas, y esque le dice a la reina que allí estaba un hombre, pero que estaba desvestido.
Bueno, esque le dice la Reina:
-Mirá, llevale esta ropa y decile que venga.
Y bueno, se había ido, le había llevado la ropa y se fue donde estaba la Reina.
Bueno, esque este joven se había vestido y había subido en el caballo, y había llegado. La Reina lo había recibido muy bien. Le había dado de comer y le había dicho que qué andaba haciendo él. Y que le dice él, que él andaba en busca de trabajo. Y que le dice la Reina que ella tenía mucho trabajo, que se quede allí con ella. Él le trabajaba a la Reina, y esta Reina si había enamorado de este joven. Y bueno, como estaba tan enamorada esta niña del joven, se habían casado y vivían muy felices.
Esque el palacio tenía una ventana para el lado del norte. Bueno. Este joven esque va y abre esa ventana, y a lo lejos, esque ve un humito. Muy lejos que era. Y bueno, esque le dice a la señora qué era ese humito que vían tan lejos. Y que le dice la Reina que todos los que iban a donde se vía ese humito que nunca volvían. Que por eso decía en ese camino que era donde llegaban y no volvían más.
Bueno. A este joven que le había llamado la atención eso. Y él que le dice a la señora que él iba a ver eso, que él iba a llegar. Que le dice la niña que no, porque no iba a volver más.
Y esque un día había ensillado su caballo y si había ido no más. Y que llevaba el perro.
Bué... Había salido y si había ido. Bueno... Cuando había ido cerca, que se veía más y más humo. Y ya se vía más grande el humo. Pero él había llegado no más adonde estaba el humo. Cuando él había llegado, que era una casa, y sale una viejita, y que le dice:
-¡Ay!, hijito, venís muerto di hambre y de seh -esque le dice. Tomá este matecito para que se te quite la seh. Tomá este palito para que atís tu caballo, tomá esta cadenita para que atís tu perrito.
Y bueno, esque este joven había atado el caballo y había atado el perro, y ya si había trastornado, ya no sabía qué es lo que iba hacer. Y bueno, esta viejita lo había llevado a él y lo había encerrado en una pieza con llave.
Bueno... El otro hermano había seguido por el camino que decía que iba a volver, había andado mucho, había trabajado mucho, y si había devuelto ande 'taban los padres.
Y bueno... Este joven había llegado y había preguntado del hermano de él. Y bueno, esque los padres le decían que no había vuelto él.
Y bueno... El padre esque tenía las plantitas de naranjo, y las cuidaba mucho. Las dos habían estado bien verde. Una era la del hermano mayor y la otra del hermano menor. Y un día, una amaneció marchista. La marchista era la del hermano mayor, la del joven que si había perdido. Y bueno, entonce el hermano menor dijo que se iba a buscar al hermano que estaba en peligro. Él sabía que su hermano había tomado aquel camino que decía que nunca iba a volver, pero no les avisaba nada a los padres.
Bueno. Este joven si había despedido y había salido en busca del hermano, en su caballo y con su perro. Al llegar a los dos caminos, no sabía qué hacer, pero dijo que sea lo que sea y siguió por el camino que decía Irás y nunca volverás, porque ahí tenía que dar con el hermano.
Estos dos hermanos eran tan parecidos, que todo el mundo los confundía.
Bueno... Él había encontrado la misma laguna. Se había bajado, y había dado agua al caballo, y que en ese momento si había visto desvestido, y al mirar a un lado, había visto el mismo palacio que había visto el hermano. Y que sale la misma criada de la Reina y lo ve, y lu había confundido con el otro hermano, el esposo de la Reina. Y entonce que va corriendo y le dice a la Reina que ahí 'taba su esposo y estaba desvestido.
Y bueno, esque le dice la Reina, que le lleve ropa y que le dice que pórque no quiere venir ande ella estaba.
Y bueno, y esque va la negra y lleva ropa y lo habla como si fuera su amo. Y le dice que la Reina dice que porque no quiere ir ande 'tá ella después de tanto tiempo que se ha ido. Él estaba calladito. Y la negra que le conversaba de todo lo que pasaba en el palacio, y que lo echaba tanto de menos, y que ella lo esperaba todos los días. Entonce el joven se dio cuenta que lo confundía con el hermano y que esa Reina era la esposa.
Y bueno, y jue al palacio. Y la Reina lo recibió como el esposo y le conversaba de todo, y le preguntaba porque estaba tan distinto, tan distraído. Él le dijo que él estaba así porque todavía tenía que vencer un encanto. Y esa noche cuando jueron a dormir, él había sacado la espada y la había puesto en el medio de la cama. Todo le llamaba la atención a la niña, pero esperaba que cambiara el esposo y juera como era antes.
Y al otro día, el joven va y abre la ventana que da al norte y ve el humito. Y bueno, y pregunta qué es eso. Y la señora le dice que él sabía mejor que nadie, porque él había ido allá a pesar de que ella le decía que no fuera. Y el joven que no le daba ningún contesto95, pero se daba cuenta de todo. Y se dio cuenta que allá si había quedado el hermano.
Y bueno, al otro día siguió ese camino y salió en busca del hermano. Y llegó a la misma casa que había llegado el hermano y salió la misma viejita. Y que le dice:
-¡Ay!, mi hijito, que viene muerto de seh. Tome este matecito para que se le corte la seh... Tomá este palito para que atís tu caballo y esta cadena para que atís tu perrito.
Este joven ya se dio cuenta que áhi 'taba su hermano porque vio el caballo atado a un palo, por morirse y el perro encadenado, también por morirse:
Entonce él no recibió nada de la vieja y esque le dice:
-Mirá, yo vengo en busca de mi hermano.
Y esque le dice la viejita que ella no se lo tenía.
Y él que le dice que sí, que él sabía que áhi 'taba.
Y entonce este joven de ver que lo escondían al hermano, que si había puesto a peliar con la viejita. Y él esque le pegaba a la viejita con la espada y no li hacía nada, porque era bruja, la vieja. Y bueno, tanto le pegó que ya a dehhora de la noche, al primer canto del gallo, ya li había podido pegar con la espada y li habían saltado las llaves que guardaba en el pecho y había dehaparecido.
Y bueno, entonce él había levantado las llaves y había abierto todas las puertas que tenía ese palacio. Y cuando había ido en la última pieza había abierto y lo ve al hermano que ya 'taba por morirse, y que estaba en las últimas.
Y bueno, áhi lo saca, li había dehatado el caballo y el perro. Y los dos, muy contentos si habían devuelto al palacio de la Reina.
Cuando venían por el camino, que le cuenta el joven más chico que había estado en el palacio de la Reina. Y que ella lo había hecho dormir con ella. Y bueno, este joven, el esposo de la señora se había enojado mucho, y esque le decía que él no debía haber dormido con la señora. Y quí áhi le da un solo tiro y lo mató.
Y bueno, este joven siguió solo con su caballo y su perro.
Y bueno, y al caminar se encuentra con un montón de víboras. Y él esque veía que estas víboras se mataban y esque venía otra y le pasaba unas hojitas di una planta que 'taba áhi y que la muerta volvía a vivir.
Y bueno, que éste había estado áhi largo rato y que si había arrepentido di haber muerto al hermano, y que dice que cómo él no podía hacer vivir a su hermano con esas hojitas, también.
Y que va y lleva las hojitas y lo hace vivir al hermano. Y esque lo hace subir al caballo y lo hace seguir y se van adonde estaba la Reina.
Y bueno. Llegaron adonde estaba la Reina y los recibió muy bien y contenta. Y le contaron todo lo que había sucedido. Y ella contó que lo había hecho dormir con ella creyendo que era el esposo, pero que él había puesto al medio la espada.
Y bueno, los padres vían ahora que las plantitas de naranjo 'taban verdes otra vez después que 'taban marchistas. Y ya se pusieron contentos. Y ellos habían pedido a las plantitas un gran palacio.
Y bueno, los hermanos fueron a ver los padres con la Reina y se quedaron muy contentos de verlos como estaban. Y así todos fueron felices por la virtú que dio la pescadita aquella.

Pastora Soria, 25 años. Guandacol. La Rioja, 1951.

Muchacha de pueblo. Empleada de servicio doméstico. Muy buena narradora.

Cuento 859. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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