Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Los niños perdidos .923

Que era un viudo que tenía dos hijos, varón y mujer. Y que había una mujer bruja que s'interesaba de casarse con el viudo.
Y entonce trataba de engañar a los chicos, y muchas otras cosas.
Y ya los chicos la querían y vían que era tan buena, que le comenzaron a decir al padre que pórque no se casaba con esa señora tan buena.
-Casesé, casesé, papá, es muy buena ella -le decían los chicos.
Bueno, por el pedido de los chicos, que le pedían tanto, se casó el padre.
A los pocos días no más la mujer se puso muy mala y los trataba muy mal a los chicos, y entonces le pidió al marido que los llevara a unas montañas muy espesas, que había muy lejos de áhi. Y bueno, el padre ya no podía vivir y dispuso un día de llevarlos. Y ya le dijo a la niña:
-Bueno, hija, mañana te vas a levantar temprano y vas a tostar mucho máiz.
Y ya les dijo a los dos hijos que los iba a llevar lejo, lejo.
Entonce al otro día se levantaron muy temprano. Y ensilló el padre el caballo. Y los chico se llenaron el bolsillo de máiz tostado y salieron con el padre. El padre los llevaba al chico por delante y a la chica en las ancas.
Cuando iban por el camino, la chica, por un instinto que Dios le daría, fue tirando florcitas de máiz por todo el camino.
Ya los dejó a los chicos, el padre, en las montañas más espesas y se volvió. Esa noche cuando 'staban cenando, entonce dice la mujer:
-Gracias a Dios -que dice-, que cenamos a gusto, que no 'stán esos perros muertos di hambre.
Entonce los chicos se asoman y dicen:
-Acá 'stamos.
Se devolvieron ellos por las florcitas de máiz tostado.
La mujer lo había convencido al marido que los chicos eran insoportables de malos.
Ya le había dicho otra vez a la chica, el padre, que se levantara temprano a tostar máiz, que los iba llevar lejos. Al otro día los subió a caballo. Entonce la llevó a la chica por delante y al chico en l'anca. Entonce el chico no alvirtió de tirar nada. Entonce no se pudieron devolver y quedaron perdidos en la montaña.
Caminaban y caminaban y no sabían ande iban. Ya cuando iban muy lejo, y ya se morían di hambre, se les presenta una señora viuda que era la Virgen, y que les dio agua y pan.
Después, que siguieron, y más allá se les presienta una liona con tres liones chicos. Ellos créian que era una perra con perritos. Entonces dicen:
-Quitemolé uno.
Y le quitaron un cachorrito. Y pensaban ellos cómo ponele nombre, y le pusieron Collar di Oro.
Bué... Después caminaron, y encontraron una tigra con cachor-ritos. Tamén pensaron que eran perros y le quitaron un cachorrito y le pusieron Garbanzo Amigo. Después seguían no más ellos caminando. Encontraron una perra con hijos. Le quitaron uno y le pusieron de nombre Ayudame que estoy perdido.
Y siguieron caminando. Muy lejo que divisaron un humito. Y de tanto andar, encontraron la casa di ande salía, qu'era la casa 'el diablo. Y se allegó el chico y la chica quedó con los perros. Entonce el diablo le dijo al chico que lu iba a comer.
-Dejemé pegar tres gritos y después comamé -le dijo el chico.
Le contestó el diablo que pegara veinte gritos si quería.
Y le pegó el grito a los perros: ¡Collar di Oro! ¡Garbanzo Amigo! ¡Ayudame qu'estoy perdido!...
Entonce los perros 'stuvieron al momento, y se fueron a matarlo al diablo. Entonce le pidió al chico por favor que no lo matara, qu'él l'iba a decir ande tenía la vida. Entonce el chico lo perdonó y lu encerró en un cuarto. Después vino la chica a las casas, y él le dio la llave del cuarto ande 'staba el diablo. El diablo le había dicho que si no lo mataba le iba a dar todas sus riquezas.
Al día siguiente el chico se fue al campo a ver l'hacienda, y le encargó a la chica que no le fuera a abrir ese cuarto. Y ¡claro!, la chica tenía curiosidá y decía:
-¿Por qué mi hermano no quedrá que abra ese cuarto?
Entonce, como quedó con las llaves, abrió el cuarto, y entonces se sosprendió de encontrar un hombre muy feo, de orejas grandes. Entonce le dijo el diablo que no se sorprendiera, que no le iba a hacer nada. Y entonce salió y dispuso de ir a buscar al chico al campo. Y lo buscó y lo encontró y le dijo que en busca d'él iba. Entonce lu iba a matar, pero el chico gritó: ¡Collar di Oro! ¡Garbanzo Amigo! ¡Ayudame qu'estoy perdido!
Y entonce 'stuvieron al momento los perros y lu agarraron al diablo para matarlo. Y el diablo pedía por favor que no lo mataran. Y ya 'staba moribundo, y dijo ánde tenía la vida. Dijo que tenía que ir al campo a buscar un toro di aspas di oro, que era muy bravo. Que tenía que matarlo al toro, y adentro de la panza del toro había una gaviota, y di áhi salía una paloma, y adentro, la paloma tenía un güevo, y en el güevo tenía la vida el diablo.
Y el muchacho se fue, y con los perros mató el toro, y salió la gaviota. Y la abrió y salió la paloma. Y agarró la paloma y le sacó el güevo. Y se vino a las casas ande 'staba el diablo ya moribundo y se lo tiró por la cabeza. Lo rompió y se murió el diablo. Y ya se volvió a las casas ande 'staba la chica, y li hablaron los perros y le dijieron que ellos eran unos ángeles que habían venido para salvarlos, y que ellos quedaban bien ricos y en un lindísimo palacio, los dos hermanitos. Y se despidieron de los chicos y se hicieron tres palomitas, y se volaron.

Javiera de Becerra, 40 años. Piedra Blanca. Junín. San Luis, 1951.

Lugareña que no ha salido del lugar. Aprendió el cuento de la madre, que era muy buena narradora.

Cuento 923. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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