Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La serpiente de mar y el negro mentiroso .848

Éste era un Rey. Tenía tres hija. Y él 'taba comprometido con una serpiente del mar, que tenía que dale cada quince día una de las hija.
Bueno, llevó la mayor. A los tres meses tuvo que ir a entregar la del medio. Y quedó la menor de las tres hijas que él tenía. Porque él 'taba, que la serpiente lo tenía encantado para matarlo a él, ¿no?
Él tenía un negro, de pión. Y él la había dejado, en una carreta de bueyes, a la orilla del mar a las niñas. Cuando venía la serpiente se subía la Princesa a la l'anca de la serpiente, y se mandaba a mudar en el mar, se la llevaba.
Bueno, agarró y ya ésta le llegaba ya cerca del plazo. Y llegó un muchacho a la casa, pidiendolé trabajo. Entonce dice el Rey:
-Mire, joven, dice, yo le daría trabajo si usté se anima a matar, dice, la serpiente que me ha comido dos hijas y ahora 'toy por entregarle la menor.
Y dice el muchacho:
-Como no, dice, yo lo hago.
Agarró y dice:
-Usté me va a dar una espada y una fusta, un rebenque, ¿no?
-Bueno -dice el Rey-, cómo no. Lo de menos es eso.
Y al otro día a la mañana, cuando ya a la sei de la mañana venía el mar, se sentía el bramido de la serpiente y el Negro 'taba atando los bueye para llevarla a la Princesa en la carreta. Cuando llegó él allá a la mar, a la peña que era una peña onde las ponían. Entonce 'taba áhi y lo ve al muchacho que va.
-Todavía no viene -dice la Princesa al pión que tenía, nuevo, dice, no viene todavía la serpiente.
-Bueno, dice, mirá, yo me voy a quedar acá y vos te quedás, áhi. No te muevas.
Bué... Quedó.
Entonce, cuando ya venía cerca la serpiente, a comerse la chica, la Princesa, este muchacho agarró, subió a su caballo que él tenía, y pelió a la serpiente con la espada que le dio el Rey, y la mató a la serpiente. La serpiente ésta tenía siete cabeza. Bueno, agarró un pañuelo de seda y el anillo de ella. Ella le dio al muchacho. Entonce el muchacho le sacó a la serpiente las siete lengua, que tenía la serpiente. Y la dejó. Entonce al otro día tenía que ir el negro éste, a vela. Ella se quedó áhi no má, la Princesa. Tenía que ir a ver si la había llevado la serpiente. Siempre mandaba el Rey a ver su hija. Y bueno, entonce ella agarró y en el pañuelo de seda ató las siete lengua y el anillo y se lo dio dio al muchacho. Y el pañuelo lo tenía el muchacho, con el nombre de ella y las lenguas. Éstos pasaron hasta el otro día. Entonce, cuando fue el negro, la encuentra ya como era. Y el compromiso que hacía el Rey, la apuesta que el Rey hacía de que el que matara la serpiente le daba la hija para que se casara. Porque era la única hija que le quedaba. Las otras ya se las había comido la serpiente. Y fue el negro. El negro con la carreta iba cantando y diciendo:
-Puede ser que me encuentre la señorita.
Porque como antes todos sospechaban algo y todo. Y va. Cuando la ve:
-¡Ay, qué alegría!
Y ve la serpiente que 'tá tirada a la orilla del mar, del agua. Sacó l'hacha y sacó las siete cabezas ¿no? Y se las puso en el carro. Y llevó la chica, la Princesa, al palacio. La Reina y el Rey, los padres, muy contentos, pero, ¡ah!, tenían que darle la hija que se casara el negro. La hija no hablaba. Él le había dicho que no hablara.
Bué... Agarró el padre... La chica no hablaba nada. 'Taba calladita, no más andaba haciendo sus cositas, su casa, y todo, contenta.
Y entonce el negro dice:

-¡Ah!, qué neglito tanta foltuna,
sábana blanca, colchón de pluma,
que me caso con l'hija 'el Rey.

Porque como iba a ser rico, ahora...
Bueno, el Rey ya avisó a todos, invitando la gente, que se casaba la hija porque el negro éste había muerto la serpiente. Entonce, claro, cuando ya le fueron a tomarle conocimiento a ella, la chica ya dice:
-No.
Le dice:
-Si las cabeza tienen las lengua, yo me caso con él. Y si no tiene las lengua yo me caso con Manuel.
Porque el muchacho se llamaba Manuel.
Claro, entonce el Rey dice:
-No puede ser, ¿no?
Entonce áhi viene y dice:
-Vamo hacer la averiguación de esto.
Como ya le habían dicho que se casara con el negro, ella no quería porque ella sabía que el otro la había muerto, que la había peliado con el caballo a la serpiente.
Bueno, dice:
-Si tienen las siete lengua las cabezas yo me caso con el negro, y si no las tienen yo me caso con Manuel.
Bueno. Lo llamaron al muchacho y dice:
-Sí, dice, cómo no, reviselá.
Y las cabezas no tenían la lengua.
Y el negro 'taba más contento.
Decía:

-Qué neglito tanta foltuna,
sábana blanca, colchón de pluma,
que me caso con l'hija 'el Rey.

Bueno, entonce, ven que las cabezas no tienen lengua. Entonce el muchacho saca el pañuelo, el anillo de la chica, de la Princesa, con el nombre y todo de ella, y dice:
-Acá 'tán las lenguas.
Entonce vino el Rey y dice:
-Se casará -dice- con Manuel y con vos no, porque vo no la has muerto a la serpiente.
Entonce vino, por embustero, al negro también lo agarró y lo hizo matar. También buscó un potro de lo más arisco de las manadas, y lo ató de los pies y lo largó también al campo que se muriera porque había mentido. Si dice la verdá, no lo matan.
Áhi se termina.

Ana Rosa Chandía, 67. Catán-Lil. Neuquén, 1970.

La narradora es una campesina analfabeta que sabe muchos cuentos.

Cuento 848. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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