Era
una chica que se casó y que había sido bruja. Cuando llegaba el
viernes a la noche ella tenía que salir. Le decía al marido que le
tenía que comprar siete pares de zapatos para cada noche porque los
necesitaba, y era porque salía a bandidear. Y volvía a la
madrugada, y el marido no sabía que hacía. Y después, el marido se
encontró un día con un amigo, y el amigo era que había andado
estudiando esa magia, y a él le dijo, le contó que la situación de
matrimonio de él que era muy triste. Que él tenía que trabajar
mucho para comprarle siete pares de zapatos a la señora, que ella
los gastaba de noche y él no sabía qué hacía, que él dormía.
Que la situación era muy pesada. Y ahí le dijo el amigo al joven
que él lo iba ir a visitar esa noche y lo iba a ayudar.
Y
preparó la cena ella. Y comieron esa noche con el amigo. Y ella no
comió, sólo siete granos de arroz comió.
Y
entonce le dijo el amigo que la señora era bruja, que tenía que
espiarla en el cementerio. Que la señora salía de noche, bailaba
toda la noche con otros brujos y que gastaba los zapatos, y que iban
al cementerio, como van los brujos, y que él tenía que espiarla a
ver si se podía salvá.
Y
güeno, le volvió a comprar los siete pares de zapatos, como de
costumbre. Y el amigo le dio un frasco de agua como un perfume para
que no pueda dormir, porque la señora le hacía tomar un remedio que
lo hacía dormir y ella se iba. Y le dio otro para que se haga
invisible, y la siga.
Entonce,
él agarró, se puso ese perfume medio tapado con las sábanas. Y la
muchacha, como de costumbre, abrió el ropero, sacó un líquido que
le ponía en la almohada todas las noches, se lo echó, y él se
hacía el dormido, pero tenía el perfume que le dio el amigo y no se
durmió porque él olía ese perfume. Y ella se vistió y se jué. Y
ella se hacía invisible y se iba como bruja. Y se iba a una
bailanta, a bailar con los que eran como ella. El marido también se
hizo invisible con lo que le dio el amigo. Él vio ande iba la señora
a bailar, y después que iban al cementerio todos, que abrían las
fosas y estaban ahí de farra. Y el joven vino antes a la casa y se
acostó. Al rato vi no la señora y se acostó también. Y ella había
gastado como todas las noches los siete pares de zapatos.
Al
otro día, a la hora de la comida, la señora no quiso comer, sólo
siete granos de arroz. Entonce el marido le dijo que le iba a traer
carne humana como la que ella comía todas las noches. Y ella se
levantó y sacó una agua que tenía y se la echó encima al joven. Y
salió un perro, el joven. El joven salió como un perro por la
ciudá.
El
perro anduvo por todos lados y entró a una panadería y le dieron
comida. Y se quedó. Y lo dejaron porque era un perro muy vivo, muy
inteligente.
Y
un día vino una viejita a comprá pan y encontró el perro y vio que
era muy lindo y muy vivo. Y jue a su casa y le contó a su hija. Y
había sido que su hija estaba estudiando magia y le dijo que lo
lleve al perro a la casa. Y lo llevó. Y la niña cuando lo vio se
dio cuenta que era humano, que 'taba embrujado. Entonce la chica sacó
una agua que 'taba preparando, se la echó al perro, y salió un
hermoso joven. Y ahí hablaron y él le contó la historia de él.
Entonce ella le dio un frasco de agua y le dijo que le derrame encima
de la mujer, y que ella iba a quedar de yegua para que sufra. El
joven jue, hizo todo y la mujer quedó de yegua y salió disparando
al campo, y así se vengó. Eso le sirvió de castigo. Y terminó el
cuento.
Paulino
Silvano Olivera, 59 años. Eldorado. Misiones, 1958.
Criollo
nativo de la región colonizada por inmigrantes extranjeros. Buen
narrador.
El
cuento es una variante del cuento tradicional. Amalgama motivos de
otros cuentos de magia.
Cuento
867. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
No hay comentarios:
Publicar un comentario