Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La viejita de la botija o el doctorcito chico .947

Ésta era una vieja que tenía una hija. Que dice que había dicho ella que no s'iba a casar hasta que encontrara un hombre que tuviera todos los dientes de oro. Entonce dice que oyó el señor viejo ese, el demonio, el diablo, y se presentó a la casa. Y en un pingo bien ensillau, bien herrau. Y llegó y saludó, y lo hicieron bajar:
-Abajesé. Pase adelante.
Se bajó, dice, y dentró adentro. Y empezó a conversá y se raiba, y le brillaban los dientes. Y dice que así empezó. Y empezó a venir días seguidos hasta que entró en amores con la muchacha ésa. Y entonce al poquito tiempo no má se casó.
Y áhi dice que a la noche, cuando él se dormía, la cama era una sola llamarada no má. Y ella no podía dormir. Y que un día no podía má de susto y de sueño y que le dice a la madre:
-Pero mamá, yo no sé quién es éste mi marido. Yo no puedo dormí de noche, la cama si arde, es una sola llamarada toda la noche.
Y entonce que le dice la madre:
-Esta noche dejame la puerta un poco abierta. Yo voy a mirar.
Y jue a la noche la vieja y ella le dejó la puerta media abierta. Y la vieja bichó por la hendija de la puerta. Y vio que se ardía la cama, que eran llamaradas no má. La vieja tenía unas velas y agarró y marchó pa l'iglesia a hacela bendecí.
Y güeno, al otro día dice que se levantó ella tapada con un rebozo grandote. Traía la vela y tenía una botija áhi. La había traído, a la botijita y la puso áhi cerca. Bien se dice que sabe el diablo por diablo, pero más sabe por viejo.
Y entonce, ya de día, se levantó él, y vino a la cocina ande 'taba la suegra. Y la suegra le dijo que ella l'iba a prepará el almuerzo, y que le dice:
-¿A que mi yerno no hace pruebas?
-¡Qué no! -que dice él.
-¿A que no baila de cabeza?
-¡Qué no! -que dice él y áhi no más se puso a bailá.
Y bailaba con una pata, bailaba con una mano y bailaba de cabeza, de toda forma bailaba el diablo.
Entonce que dice:
-¿A que mi yerno no se mete dentro de esa botijita?
-¡Qué no me voy a meter! -dice.
Y que pegó unas vueltas y unos saltos y se metió en la botijita. Entonce la viejita le chantó la vela y le tapó la boca con la vela bendita. Y agarró la botijita, la puso abajo del rebozo y marchó. Y llegó al río y la tiró al río. Y en eso lo deja áhi, en l'agua. Y áhi quedó el diablo encerráu y en l'agua.
En esos días que andaba un muchacho cuidando unas ovejitas. Y andaba mirando por el costau del río, curiosiando. Entonce sintió que le habló:
-¡Che! -que le dice.
El muchacho si asustó y disparó un poco. Después volvió a ver qué era eso. Y lo volvió a hablar:
-¡Che!, ¡sacame!
-¿Y adónde 'tás? Yo no te veo -que le dice.
-¿Y no me ves? Ese pico de botella que 'tá áhi, eso soy yo.
Entonce el muchacho lo sacó.
-Sacale eso que tiene la botija en el pico, limpiala bien, bien. Que no quede ni un chiquito de vela.
-'Tá que sos delicau. Qué te va ser un chiquito de vela.
-No, che, sacala bien, por favor.
Y güeno, cuando 'tuvo bien limpio el pico de la botija pegó un salto y salió.
Y cuando vio el muchacho que era un hombre grande que dijo:
-¡Al diablo, qui habías sido grande y tan chiquito que habías sido adentro! ¿Qué 'tabas haciendo adentro de esa botija?
-Mi suegra me embotijó, me echó adentro y no pude salir. Y me echó al río.
-¿Y no vas a volver a la casa de tu suegra?
-No, que se vaye quién sabe adónde con hija y todo. Yo no voy más áhi. Yo te voy a ayudar a vo por lo que mi has salvado. Andá llevá esas ovejas a la casa de tu patrón. No vaye a trabajá má.
Y va el muchacho y le entrega las ovejas al patrón y le dice:
-No voy a trabajá má con usté. Encontré otro trabajo mejor. Así que me voy. Me paga los días que quiera sinó me voy lo mismo.
-Y güeno, si te conviene en otro lado... -y le pagó, le dio las gracias y se jue.
Y en tal lugar li había dicho el otro que lo esperaba. Y áhi lu esperó. Entonce le dio plata y le dijo:
-Tomá esta plata, andá a tal parte y te comprá un traje de dotor. Una levita, una galera y un bastón. Y en tal parte te comprá un caballo y una montura. Y despué te comprá una valija chiquita de dotor. Y depué te vas a tal parte, al hotel que siempre va el Rey. Y yo voy a ir y me voy a meter entre l'hija de la Reina. Cuando el Rey vaye, le vamo a preguntá por l'hija, cómo 'tá, y cuando él diga que 'tá pior, vo decí que ti animá a curala. Y entonce vo esuchá el pecho d'ella, como lo dotore que ponen l'óido, pa óir el corazón. Yo te voy a decir di adentro lo que vas hacer.
Entonce jue, se empilchó bien, compró todo y se jue. Y dice que 'taba comiendo en el hotel y llegó el Rey y entonce le preguntaron por la hija. Y el Rey dijo:
-Sigue pior, pior, no se sabe qué hacer. No se salva, 'tá muy mal. Tengo la casa llena de dotore y no le hacen nada.
Entonce el muchacho dice:
-Perdone, señor Rey, ¿me permite una palabra?
Y el Rey lo atendió y él le dice:
-Yo me comprometo a curaselá.
-¿Usté si animará a curala?
-Cómo no.
-Bueno, pero si se compromete y no la cura, yo le voy hacer cortá la cabeza.
-Y bueno, salgamo -y salieron a toda carrera.
Y güeno, llegaron allá. Había una sala llena de dotore. Y todos se ráiban cuando lo vian a este dotorcito.
-Qué va curar éste -decían. No la curamos nosotros, qué va curá este pobre muchacho.
Y jue, vio la muchacha, le puso el óido en el pecho y el diablo que 'taba adentro le dijo:
-Hacele que le den un baño con agua tibia, y que l'envuelvan bien, y que le den un té de yuyos y l'hagan acostar.
Cumplieron las órdenes y al ratito ya no más quedó dormida y se dispertó sanita. Que había 'tau en un grito, que se torcía y no podía dormir, lo que había teníu al diablo adentro.
Y güeno, se tranquilizó y sanó. Los otros dotores esperaban que le cortaran la cabeza al muchacho, y 'taban mirando todos, los ojos como dos di oro, y lo que vieron que se sanó la muchacha, salieron despacito, que no lo vieran la servidumbre de miedo que le haga cortar a ellos la cabeza el Rey.
Y áhi el Rey mandó que lo atendieran muy bien al dotor. Que se quedó a dormir áhi y a la mañana mandó que le dieran de almorzar.
Y el dotorcito siguió curando. Y cuando s'enfermaba alguien a él no má lo llamaban. Y se puso muy rico, ya tenía mucha plata.
Y güeno, al mucho tiempo, dice que un día le dijo el diablo:
-Bueno, che, no quiero que curé má. Ya tenés demasiada plata. Yo no te ayudo más.
-Yo voy a seguir curando no más.
-Te digo que no curés más.
-Voy a curá, no más.
-Te voy hacer cortá la cabeza con el Rey. Me voy a meter entre la Reina. Ahora vas a ver.
Y se metió y la Reina se enfermó de má. Y lo llamaron al dotorcito y va y pone l'óido en el pecho de la Reina y siente que le dice el diablo di adentro:
-Te voy hacer cortá la cabeza con el Rey.
-Salí di áhi, hijo 'e gran puta.
-Te voy hacer cortá la cabeza con el Rey.
Y áhi 'taban dele alegar y la Reina seguía muy mal. Y ya pasaron la noche. Y ya llegó la madrugada. Y el cura de esa ciudá comenzó a tocar las campanas de l'iglesia, y dice el diablo:
-¿Qué es eso, che? ¿Qué es eso, che?
-'Hora cuando llegue más cerca te voy a decir.
Y las campanas sonaban más fuerte y el diablo volvió a preguntar:
-Decime, che, ¿qué es eso? ¿Qué es eso?
-Cuando venga más cerca te voy a decir.
Y áhi volvió a tocar el cura más fuerte las campanas. Y el diablo más asustado le decía:
-Decime, che, ¿qué es eso?
-Y güeno -le dice, si es tu suegra que viene con una botija y una vela bendita a embotijarte. 'Hora vas a ver. Le voy a decir adónde 'tás. ¡Puna gran puta!
-No, no, no quiero saber nada de mi suegra. Me voy, me voy. ¡Chau! ¡Chau!
Y salió el diablo y sanó en seguida la Reina.
Y al otro día el muchacho juntó todas sus cosas y se las tomó, se juyó. Y todo s'taban desesperados porque se desapareció el dotorcito tan güeno que tenían.

Dora Pasarella, 30 años. Villaguay. Entre Ríos, 1959.

Cuento 947. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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