Éste
era un joven que se le había muerto la madre. Quedó solo y triste y
no hallaba ni sabía qui hacer. Ensilló su caballo y dejó las
llaves a un negro que tenía en la casa por las dudas qui algún día
vuelva.
Se
fue y llegó a una casa donde estaba abierto el portón y golpió la
puerta. Y salió una sombrita que era la dueña de casa y que estaba
encantada. Lo hizo pasar para adentro y durmió ahí. Después lo
llevó al comedor y le dijo la sombrita que estaba encantada, que su
padre la encantó porque no se quería casar. Él le dio un anillo y
ella le dio un pañuelo y le dijo que la vaya a buscar a la Ciudad de
los Tres Picos de Amores.
Y
se fue el joven. Y llega a un rancho que era la casa de la madre del
Viento Sur, y le dijo la vieja que no se arrime. Y él no dijo nada.
Y después le dijo la vieja que lo iba a esconder. Hizo un hoyo en la
cocina y lo enterró.
Y
la vieja le dijo que era un joven que preguntaba por la Ciudad de
Tres Picos de Amores. El viento dijo que tanto andar no ha sentido
decir de esa ciudá y le dio unas botas para que camine con gran
velocidá.
Y
luego no más llegó a la casa de la madre del Zonda y le dijo lo
mismo. Y después llegó a la casa del Rey de los Pajaritos y le dijo
el Rey que iba a llamar con una flauta a todos los pájaros para
preguntarles. Los pajaritos le dijieron que ellos no sabían y que
faltaba el águila real, que la espere que ya iba a venir. Y llegó
en seguida y le dijo el Rey si por qué si había demorado. Y le dijo
l'águila que venía de la Ciudad de los Tres Picos de Amores y que
hacía tres días que la Blanca Josefa se estaba por casar. El joven
le dijo que lo lleve y el águila le dijo que bueno, pero que tenía
que llevarle mucho que comer y darle la libertá para toda la vida.
El Rey se la dio y les entregó un cordero que luego se terminó
porque el águila comía todo el camino. Y emprendieron el viaje
alzándolos al cordero y al joven. Cuando acabó el cordero, decía
que tenía hambre y le comió al joven los brazos y las piernas. Y ya
'bían llegado, y cuando abrió los ojos el joven estaba sentado en
un mortero, tras la casa, y lo dejó al joven. Y se fue a buscar en
la cocina qué comer y le pidió café y le trajo para el joven que
estaba muy triste porque no podía dentrar porque le faltaban las
piernas y los brazos, y le dijo que se los iba a entregar. Y le
entregó las piernas y los brazos y se los pegó al cuerpo como las
tenía antes. Y fue a la cocina con l'águila. Entonces lo había
visto la Blanca Josefa y les pidió que se lo llevaran a donde estaba
ella, que quería conocerlo. Y al llegar el joven donde ella estaba,
salió a relucir el anillo y el pañuelo, y le dijo al Rey la niña,
que ése era el novio de ella, porque él la desencantó. Y se casó
con él y duró tres días la fiesta. Y a los tres días le dijo el
águila al joven que ya lo iba a dejar porque ella no era águila
sino un ángel. Y se hizo una palomita blanca y se voló.
Laurinda
Cerezo, 60 años. El Horno. Vinchina. Sarmiento. La Rioja, 1950.
Campesina.
Buena narradora.
Cuento
958. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 069
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