Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La belleza del mundo .872

Antes había reinados.
Antes había también unas cosas secretas, unas cosas que eran de encantos y de brujerías.
Había un punto que había puramente brujos, pues. Y se había costiau rodando tierra, un joven, hasta ese punto, buscando trabajo. Y viene y se da con la casa de unos brujos. Y éstos habían teníu una hija. Y esa hija se llamaba Clara. Entonce llega el joven y cuando la ve a la niña que le llamaban Belleza del Mundo, porque era tan linda, se enamora de ella y ella se enamora del joven. Buen mozo, dicen que era el joven.
Bueno, resulta que esta vieja sinvergüenza y el viejo brujo, le dicen, ya con mala intención:
-¡Cómo no! Hay trabajo para usté. Su trabajo que va ser de sembrar.
-¡Cómo no! -dice el joven.
-Mañana va a dar principio a trabajar, y hoy día descanse.
Bueno. Le dieron de comer. Durmió. Y al otro día temprano se levantaron los viejos, ordenando lo que tenía qui hacer el mozo. Y li han dicho al mozo:
-Bueno, usté va a sembrar en aquel cerro, aquella tierra. La va a desmontar, va sembrar y nos va tráir los choclos pal almuerzo.
Áhi el joven se entristeció mucho. Eso no podía ser.
Pero la joven era más fina que los mismos viejos. De los dos brujos, o los dos diablos mejor dicho, tenía que ser ella la más fina. Y li ha dicho al mozo:
-No se le dé pena. No tenga pena. No si asuste. Mi papá y mi mamá siempre son así.
Agarró, si arrancó, y le dio que guardara un botón.
-No lo vaya a perder. Pongaló bien guardadito en su bolsillo del saco y prendaló con alguna cosa, cosa que no se le vaya a perder el botón o se lo vaya a robar mi papá.
Se va el joven. Empieza a desmontar. Cuando él acuerda 'taba desmontau. Agarra la yunta, ara, siembra. A las doce, justamente, están los choclos, de la clase más linda. Lleva los choclos y les dice:
Aquí 'tán los choclos.
Ya hasta se cocieron en el trayecto de que el joven llevaba los choclos.
-Ay, así nos gusta a nosotros un joven hacendoso como usté, ¿ve? Ahora, mañana, vamos a poner una huerta.
-¡Cómo no!, señor.
Tenía él ya el ayuda de la chica.
Bueno, se va. Al otro día llega y va a poner la huerta y justamente llega con toda clase de frutas a la hora del almuerzo, pa que se sirvan la vieja y el viejo. Pero, así sucesivamente lo mandaban a hacer cosas que las hacia rápidamente el joven, y nadie sabía que la chica intervenía en eso. La vieja y la chica sabían todo. La vieja ha dicho:
-¡Ahora van a ver! Tenimos dos pichones, viejo -dice- para comer mañana. Los vamos a comer a la crema o al horno.
La chica le dice al mozo:
-¡Ah!, mi tata y mi mama, 'tán pensando que nos van a comer a nosotros. Van a comer miel de abejas, no a nosotros. Bueno, usté va ir y va atar al burro y va estar allá, lejo, en el monte. Yo voy a aprontar las alforjas.
Había echau en la alforja el peine, la polvera con polvos, unas tijeras, un dedal, cosas como ésas, y hilo, un carretel d'hilo. Cosas de comer. Y si había aprontau la chica. Dejó tres escupidas para que contestaran cuando ella no estuviera y se fue la chica.
La vieja la llamó para que se levantara y barriera la casa:
-¡Belleza del Mundo!
-¡Señora! -contestó la primera escupida.
-¡Belleza del Mundo! Levantate a barrer la casa.
-¡Señora! -contestó la segunda escupida.
Áhi 'tá barriendo -dice la vieja. Belleza del Mundo, Clara, ¿'tás barriendo?
-Sí -dice la última escupida.
'Tá barriendo. Ya que tenga la casa bien barrida pa comerlos. Así nos vamos a dar el banquete los dos, con los muchachos. Ya los vamos a comer.
Se levanta la vieja y se da cuenta de todo y se viene y le dice al viejo:
-Che, la chica nos ha hecho dormir con patas y todo a los viejos, y si han picado los dos en el burro.
Ella iba en ancas y el joven manejando el burro, adelante. Y se largaron. Se levantó la vieja y no vio ni Clara, ni mozo, ni burro, ni nada.
-Ahora van a ver -dice la vieja. Andá, viejo, y pillame al zaino, voy a darles alcance a estos pícaros, estos...
Y se fue la vieja. Ya los iba alcanzando y dice la chica:
-Allá viene mi mamá, che. Rápido tranformemos las cosas. Mirá, bajate di una vez.
Ya lo hizo al burro un árbol, al joven unas flores y unas ramas bien lindas y ella una paloma.
Llega la vieja. No vía nada de los muchachos. Y ya vio el árbol y dice la vieja:
-¡Ah, sinvergüenza, vos sois la que estáis arriba del árbol!
Y dice que la vieja si había subíu arriba 'el caballo pa yaparse pa pillar la paloma. Si ha espantau el caballo, ¡amigo!, y la ha tirau a la vieja patas pa arriba. ¡Ah, bueno! Si ha mandau a mudar el caballo y la ha dejau di a pie a la vieja. Y áhi si ha vuelto. Y los changos si han mandau a mudar no más.
-¡Esa bandida! Tá hecha una paloma hermosa. Áhi 'taba arriba 'el árbol -le ha dicho la vieja al viejo cuando ha vuelto.
-El árbol era el burro, po, zonza, vieja zonza. Y las ramas y las flores eran el joven, y ella la paloma -ha dicho el viejo. Yo voy a ir.
Se las echa el viejo.
Ya los alcanzaba y ha dicho la chica:
-¡Allá viene el taita! Ahora vamos hacer un río al burro, y yo una mojarra y vos l'agua.
Llegó el viejo y dice:
-Te vuá pillar -y le tira un manazo a la mojarra y se cae, ¡amigo!, a la profundidá y se descogotó.
No volvió más el viejo.
La vieja ya supo que li había pasau ese percance al viejo. Quedó de luto.
Ya se va la vieja, ella, a alcanzalos.
Ya cuando la ve la joven, saca la bellota y la caja con polvos y se la tira a la vieja, y se li hace una niblina, una melcocha. ¡Qué iba a ver! Se le desapareció todo y la vieja no pudo cruzar y se volvió.
-¡Vuá volver! ¡Mañana la vuá volver a alcanzar! ¡La voy a volar!
Si había montau la vieja en una escoba y si había ido a ver si la podía alcanzar. Cuando ha llegau li han tirau un peine. Y el peine se li ha hecho un champal a la vieja. Nu ha podíu pasar tampoco. Casi si ha agotado la vieja.
-¡Esta desgraciada! -decían. ¡Cómo voy a pasar por allá! ¡Yo no voy a poder pasar!
-Bueno... Si ha aburrido, pues, la vieja, y ha dicho:
-¡Ah, que se vuelva lo que quiera!... ¡Ya 'tá muy lejo, que se vaya!, pero el que la lleva la olvidará -dijo como maldición.
Bueno, ellos han seguido... Han dau con unos palacios del Rey. Y han parau en una casita del campo, ante de entrar al pueblo.
-Bueno, ahora qué hacemos ha dicho la niña.
-Yo me voy a ir a buscar trabajo -ha dicho el joven-. Usté se queda no más aquí en el campo hasta que vuelva.
Una vez en el palacio, el joven si olvidó de la chica. Pero la chica hizo un jardín precioso en la casita que vivía. Y crió una gallina y un gallo. Y eran de virtú. Y la gente, al ver la gallina y el gallito y las flores preciosas fueron a contarle al Rey. Y el Rey fue a ver eso tan curioso. Y fue el joven, pues, que era asistente del Rey a ver esta novedá. En eso sale el gallo y la gallina conversando y empiezan:
-¿Ti acordáis gallito cuando llegastes a mi casa por primera vez y mis padres te dieron trabajos que vos no los podías hacer y yo ti ayudé?
-No mi acuerdo -decía el gallo.
-¿Ti acordáis cuando te decían que sembrís máiz y que llevís los choclos a las doce del día?
-No mi acuerdo -decía el gallo.
-¿Ti acordáis ya cuando mi madre y mi taita nos iban a comer y nosotros se himos disparau en el burro?
-Ya me 'toy acordando.
Y el joven s'iba acordando ya.
Y ya le dijo todas las cosas que le habían pasado y al fin li ha dicho:
-¿Y ti acordáis, por último, cuando te fuistes a buscar trabajo y te quedastes vos todavía, ayudado por mí, para que te diera un buen trabajo?
-¡Ah, sí, mi acuerdo!
Y la ve a la muchacha y se va y le da un abrazo. Y que dice el Rey:
-¡Ah, entonce usté conocía a la chica ésta tan hermosa y tan linda! Hoy día se casan y yo soy el padrino.
Y en eso se casan y yo 'taba también en el baile, pues. Yo vi el casamiento y 'tuve en el baile, también, pues. Y me vine aquí después.

Sixta Castro de Guerrero, 53 años. Tilcara. Jujuy, 1968.

Buena narradora y muy imaginativa.

Cuento 872. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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