Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Las tres palomas hijas del diablo .871

Resulta que era un muchacho de veinticinco años que no tenía ningún vicio. Había muchas tentaciones, pero él no se dejaba dominar por ninguna. Pero en una ocasión vinieron unos amigos, le enseñaron a jugar y él aprendió muy bien. Que ya en ese lugar no le quería jugar nadie porque les ganaba a todos. Y al ver que nadie le jugaba si aburrió, agarró una alforja y la llenó de plata -plata blanca era la que corría en ese tiempo-. Ensilló una mula de las mejores que tenía y dijo antes de salir:
-Si al diablo lo encontrara, al diablo le jugara.
Y cuando caminó más o menos seis leguas de la casa, encontró un señor que iba montado en una mula blanca y se saludaron. Caminó un trecho y lo encontró al mismo señor por segunda vez y lo saludó en la misma forma. Caminó otro trecho y lo encontró. La tercera vez ya lo habló. Le dijo el hombre al joven que qué había dicho al salir de su casa. Y él le dijo que no si acordaba. Y entonce él pensó hasta que si acordó que había dicho que si al diablo lo encontrara, al diablo le jugara.
Y el hombre le dijo que él era el diablo y que se pusieran a jugar. Y jugaron. Y le ganó el diablo al joven todo el dinero que llevaba. Y siguieron jugando y el diablo le ganó la montura chapada y la mula. Le ganó todo. Y al verse perdido, el joven le dijo:
-Le juego mi alma.
Y le ganó el diablo hasta el alma.
Y le dijo el diablo al joven que le devolvía la mula ensillada y la plata, que tan sólo él quería el alma. Y le dio plazo di un año que vaya a un sitio que se llamaba La Laguna del Pan, donde lu iba a esperar pa que le entregue el alma. Que tomara la dirección donde nacía el sol. Y así hizo el joven.
Al año, el joven se encaminó por ese camino. Caminó mucho y al fin llegó a una casa ande vivía una viejita. Le preguntó dónde quedaba esa laguna. Le contestó la viejita que ella no sabía, pero iba a averiguar a los hijos.
-Tal vez mis hijos sepan de esa laguna -dijo.
Hizo sonar una caja y los hijos de ella, que eran las aves más pequeñas, vinieron. Preguntó y preguntó a los hijos y ninguno sabía de la laguna ésa.
Y le dijo la viejita que siga el camino más adelante, que vivía una hermana de ella, que tal vez ella supiera de esa laguna.
Siguió caminando el joven y llegó después de varias semanas a esa casa. Y preguntó de La Laguna del Pan. Y le dijo la viejita que ella no sabía, que tal vez los hijos lo sabían. Y agarró una quena y se puso a tocar hasta que llegaron los hijos, que eran las aves medianas. La viejita preguntaba a todas por la laguna y ninguna sabía. Después le dijo la viejita que siga su camino. Y que iba a encontrar otra amiga.
Siguió el joven caminando y llegó al cabo de una semana a esa casa. Y le preguntó a la viejita dueña de casa si sabía dónde 'taba la Laguna del Pan. Y le dijo que ella no sabía, pero que tal vez los hijos sepan algo. Los hijos eran las aves grandes. Agarró una campana y llamó varias veces. Y empezaron a llegar las aves de toda clase: cuervos, caranchos, águilas, cóndores, halcones. Y faltaba una águila rial. Y la esperaron un buen rato. Y por fin llegó. Y le preguntaron si conocía la Laguna del Pan y le contestó que casualmente venía de ahí, que quedaba muy lejo.
Y entonce el joven le dijo a l'águila si lo podía llevar. Y le dijo l'águila que era imposible volar con él tan lejo, porque le faltaría de comer. Y él le dijo que no había inconvenientes. Compró un cordero gordo pa que comiera en el camino l'águila.
Cuando tuvieron todo pronto, emprendieron el vuelo. Y caminaron un día. L'águila se comió la mitá del cordero. Siguieron volando y l'águila se comió la otra mitá. Le faltaba volar toda una mañana, a las doce tenían que llegar, y ya no tenía comida. Entonce l'águila le dijo al joven que no podía volar por falta de comida. Y el joven se cortó una rebanada de una pierna y le dio de comer. Y llegaron a las doce a la Laguna del Pan. Áhi lo dejó l'águila.
Antes de irse l'águila vomitó el pedazo de pierna y se la puso al joven, en el mismo momento se curó y quedó como si no se hubiera cortado nada. Le dijo entonce l'águila, que ella quería salvarlo y que le iba a contar lo que áhi pasaba para que se defendiera.
-Hay acá tres palomas que se vienen a bañar en esta laguna. Son tres niñas convertidas en palomas. Son las hijas del diablo. Las dos mayores son perversas, pero la menor es de güen corazón. Tenía que hacerte amigo de ésta, que ella te va a salvar. Se llama Turquía. Cuando s'entren al agua, le tenís que agarrar unas plumitas de la menor y así ella te va a encontrar, cuando busque sus plumitas. Y l'águila se despidió y se fue.
Y él se quedó esperando cerca de la laguna. Al fin llegaron las tres palomas. Se sacaron las plumas y se convirtieron en tres niñas y s'entraron a l'agua. El joven s'escondió cerca de donde dejaron el plumaje. Mientras ellas se bañaban, él escondió tres plumas de la menor.
Se bañaron las niñas y salieron. La menor echó de menos las plumas y se quedó buscandolás entre los pastos. Como eran perversas, las otras dos no la esperaron. Cuando se fueron ellas, se le apareció el joven y le habló a la chica. Entonce él le contó todo a la niña y le dijo cómo había llegado a ese lugar tan lejos para entregar el alma. Ella le dijo que el padre estaba en la casa y que esperaba a un joven, que era él. Y s'hicieron amigos con la niña, y ella le prometió salvarlo. Y le dijo que la llamara Turquía, y que cuando la necesitara dijiera su nombre y ella s'iba aparecer, y se dispidieron.
El joven se presentó ante el diablo. El diablo, que no creía que él viniera, le dijo que por primera vez cumplían una orden de él. Le dijo que por eso le perdonaba la vida y no lo mataba. Que lu iba a mandar a hacer algunos trabajos y que si los hacía bien lu iba a perdonar del todo. Le dio semillas de zapallo, de sandía y maíz y le dijo que las sembrara y que para las doce del día, que traiga zapallos y sandías maduras y choclos.
El joven se puso a llorar. Cómo iba a trair eso; di ánde iba a sacar eso. Y tanto llorar si acuerda de Turquía, la nombra, y ella se presenta.
Él le contó el trabajo que tenía qui hacer y ella le dijo que no era nada, que si acueste a dormir, que en seguida ella le iba a trair. A la hora se despertó y encontró los zapallos, las sandías y los choclos.
El joven fue y le llevó al diablo todo. Y le dijo el diablo que 'taba muy bien, que descansara para mañana.
Al otro día temprano le dijo que le tenía que trair el anillo que perdió el padre de él, junto del mar.
Entonce se jue el joven más apenado que nunca. Se puso a llorar y si acordó de Turquía. Y la llamó y si apareció al momento. Le preguntó qué le pasaba y le dijo que lo había mandado el diablo, que buscara el anillo que perdió el padre. Ella le dijo que no si aflija, que ya l'iba a trair un polvito que le indicara dónde 'taba el anillo. Trajo un cartucho con polvos. Y le dijo que siguiera un camino hacia el mar y vaya largando el polvito ése por el camino. Donde caiga todo el polvo, que cavara. Y hizo así. Fue por el camino y en una parte cayó todo el polvito del cartucho. Áhi se puso a cavar y encontró el anillo. Y sacó el anillo. Y se fue a ver al diablo. Le entregó el anillo. Y le dijo que descansara para mañana, que tenía otra misión.
Al otro día lo llamó y le dijo que fuera a buscar la guitarra di oro, cuerdas de diamantes y clavijas de plata que perdió el agüelo de él en la orilla de la mar, que le daba dos días de plazo.
Y salió más triste que nunca. Se fue muy triste, y llamó a Turquía y le dijo la misión que tenía que cumplir. Ella le dijo que era muy difícil encontrar esa guitarra, pero que iba a hacer todo lo posible. Clavó un cuchillo en la orilla del mar, y le dijo que cuando la sombra del cuchillo llegue a las aguas del mar, que se largue él para el mar, porque ya no había esperanzas de encontrar la guitarra. Y ella se fue a buscarla.
Ella anduvo mucho. Preguntó a toda clase de animales. Dentró al mar, preguntó a los peces. Y después de mucho averiguar, uno solo le dijo que había visto la guitarra di oro, en un reinato abajo del mar. Y ella se fue a buscarla áhi, que era muy lejos.
El mozo taba mirando la sombra del cuchillo, y 'taba desesperado porque pasaba tanto tiempo sin noticias de la niña y la sombra ya faltaba muy poco para que llegara al mar. Ya se iba a largarse al mar, cuando alcanzó a ver sobre las aguas una llamita. Y era la guitarra que venía a flote de agua, la traía ella. Y el joven se puso muy contento al verla llegar con la guitarra. Y áhi se saludaron muy contentos los dos. Y le dijo ella a él si la quería. Y él le dijo que sí. Entonce le dijo ella que le cortara un pedacito de un dedo, de estito, el dedito chico. Y él no quería por nada, que cómo le iba a cortar el dedo. Entonce ella le esplicó por qué. El padre le iba a vendar los ojos a él, y a las tres niñas las iba a poner al frente para que él elija por esposa a una. Entonce así él podía reconocerla a ella por el dedito cortado. Y entonce él le cortó la punta del dedo. Y se fue con la guitarra a presentarse ante el Rey diablo.
Entregó la guitarra, y él le dijo que estaba muy bien.
Y después lo llamó y le dijo:
-Ahora te casarás con una de mis hijas.
Le vendó los ojos a él y a ellas las hizo poner al frente. Él tenía que elegir la que le gustara. Él les tocaba las manos a las tres hasta que dio con la menor.
Entonce los llevó a la orilla del mar a casarlos. Y entonce el mar se embraveció y lo llevó al diablo. Y el joven quedó dueño de todo y con el reinato. Se salvó él y se salvó la niña.

Alfonso Barrios, 31 años. Finca del Rey. Anta. Salta, 1952.

Cuento 871. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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