Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La sapita encantada .968

Éste que era un viejo y una vieja que tenían tres hijos. Un día el mayor dice:
-Déme la bendición, mi pagre y mi magre, que me voy a rodar tierras.
Le dan, y se va. Ya cuando anduvo unos días, llegó a la casa de un viejito que era Tata Dios y le pregunta:
-¿Dónde va, amigo?
-En busca de conchabo.
-¿Quiere que yo lo conchabe?
-¡Cómo no!
-Bueno, va a ir en este burrito y va a llevar esta cartita. Donde se hinque el burrito, tire la cartita y vuelvasé.
Se fue, cuando de repente dio con un río crecido. Lo picaba y sujetaba al burrito, y no se animaba de entrar.
-Y bueno, aquí le voy a decir al viejito que se hincó el burrito -dijo, y tiró la carta el río y se volvió cantando.
Cuando llegó le preguntó el viejito:
-¿Cómo le fue, amigo?
-Bien.
-¿Se hincó el burrito?
-Sí, se hincó.
-¿Tiró la cartita?
-Sí, la hi tirao.
-Bueno y ahora que más quiere, ¿una carga 'i plata o un Dios se lo pague?
-Pero, una carga 'i plata. ¿Qué voy hacer con un Dios se lo pague?
Bueno, le dio la carga 'i plata, y dio la vuelta al pago.
Va por el camino, oye cantar una niña hacia un alto. ¡Pero divinamente cantaba! Se va y se encuentra con una viejita.
-¿No me dijera máma vieja, quién es esa niña que canta tan bien?
-Pero, m'hija María Celedonia. ¿Quién más va ser?
Se trataba de una niña que estaba en encanto, en forma de sapita.
-Demelá para casarme.
-No, joven, ya han veníu otros tamén, y no se la hi dao.
-Yo me voy a casar.
Entonces la llama:
-María Celedonia.
-¡Señora! -contesta y sale la sapa encantada.
-¿Ésta es su hija?
-Ésta es m'hija.
-¿Ésta es la que canta?
-Ésta es la que canta.
Le pega una patada el muchacho y dice:
-¿Quién se va a casar con este animal?
Se fue.
La vieja se quedó llorando.
Volvió a la casa muy platudito.
Y viendo esto el otro hijo, el del medio, les dice:
-Déme la bendición mi magre y mi pagre, que me voy a rodar tierra.
Bueno, se fue. Siguió el mismo camino. Fue pasando por la casa del viejito. Lo llamó:
-¿Dónde va, amigo?
-En busca de conchabo.
-¿Quiere que yo lo conchabe?
-Bueno.
-Se va en este burrito y lleve esta cartita. Donde se hinque el burrito tire la cartita y vuelvasé.
Se fue y dio con el mismo río que dio el otro hermano. Hizo lo mismo. Picaba y sujetaba el burrito.
-Bueno, aquí no más le voy a decir que s'hincó el burrito. Tiró la carta al río y se volvió.
-¿Cómo li ha ido, amigo?
-Bien.
-¿S'hincó el burrito?
-S'hincó.
-¿Tiró la cartita?
-Sí, la hi tirao.
-¿Qué más quiere? ¿Una carga 'i plata o un Dios se lo pague?
-Pero, una carga 'i plata. ¿Qué voy hacer con el Dios se lo pague?
Tomó rumbo al pago.
Cuando de repente siente que cantaba muy lindo una niña, hacia un alto. Se va y da con una viejita.
-¿No me dijera, mama vieja, quién es esa niña que canta tan lindo?
-Pero, m'hija María Celedonia, ¿quién otra va ser?
-Demelá para casarme.
-No, joven, no se la voy a dar, ya vino otro joven primero y lo que hizo fue de darle una patada.
-No, yo no voy hacer eso.
Bueno, la llamó:
-María Celedonia.
-¡Señora! -dijo, y sale la sapa saltando.
-¿Ésta es su hija?
-Ésta es m'hija.
-¿Ésta es la que canta?
-Ésta es la que canta.
-¿Quién se va a casar con este animal? -dijo y le pegó una patada y la tiró adentro un pozo con agua, y se fue.
Cuando volvió éste a la casa, el shulco no quiso ser menos, y dijo:
-Yo también me voy a rodar tierras.
-Que no ti has dir, sos chico -le dicen.
-¿Cómo los otros han ido y han vuelto? Quiera que no, yo me voy. Démen la bendición.
Bueno, le dio el viejo, menos la vieja. Y se fue, también, como los otros. Siguió por el mismo camino.
Fue por la casa del viejito.
-¿Dónde va amigo?
-En busca de conchabo.
-¿Quiere que yo lo conchabe?
-Y güeno.
-Suba en este burrito, lleve esta cartita. Donde s'hinque el burrito, tire la cartita y vuelvasé.
Se fue. Dio primero con dos individuos que estaban colgados de la lengua. Luego, con el río crecido con agua. Picaba y sujetaba el burrito. Por fin se entró. Se paró la crecida y pasó. Luego dio con otro río crecido con sangre. Picaba y sujetaba el burrito. Por fin se entró. Se paró la sangre y pasó. Después había un río crecido con leche. Se arrimaba y no se animaba a pasar. Por fin entró. Se paró la leche y pasó. En seguida pasó por un boliche donde estaban chupando y bailando con acordión. Lo instaron muy mucho hasta que se bajó. Le convidaban vino y nada quiso. Pasó, y nada de hincarse el burrito. Llegó allá lejos a una pampa grande, donde estaba un toro blanco, gordo como pa rajalo con la uña. Cuando pasó delante 'el toro, se hincó el burrito. Tiró la cartita y se volvió. El viejito, Tata Dios, sabía todo, y cuando llegó le dijo:
-¿Cómo li ha ido, amigo?
-Bien.
-¿S'hincó el burrito?
-Sí, s'hincó.
-¿Tiró la cartita?
-Sí la hi tirao.
-Ahora, qué más quiere, ¿una carga 'i plata o un Dios se lo pague?
-Un Dios se lo pague.
Le dice el viejito:
-¿Qué ha visto por el camino?
-Lo primero que vi fueron dos que estaban colgaos de la lengua.
-Ésos son tus hermanos que están condenados porque mintieron.
-Después un río crecido con agua.
-Ésas son las lágrimas que derramaron tus padres cuando salis-teis.
-Después un río crecido con sangre.
-Ésa es la sangre que perdió tu madre cuando nacisteis.
-Más allá un río crecido con leche.
-Ésa es la leche que has mamao cuando eras chico.
-Después estaban unos chupando y bailando.
-Ésos son los demonios. Áhi está tu madre condenada por no haberte dao la bendición.
-Y más lejo había una pampa grande y había un toro blanco muy gordo. Áhi s'hincó el burrito y tiré la cartita.
-Ése es tu padre que está en gracia de Dios porque él te dio la bendición.
Bueno y se vino el mocito a la casa sin más que el Dios se lo pague. Cuando vino pasando junto al alto, oyó cantar esa niña, tan lindo, que el que la oía quedaba maravillado. Se fue a la casa de la viejita y le dice:
-Güenas tarde, mama vieja. ¿Me dijera quién es esa niña que canta tan lindo?
-Pero, m'hija María Celedonia. ¿Quién otra va ser?
-Demelá para casarme.
-No, joven, ya han venío otros dos y me la han pedío y lo que han hecho es darle una patada y se fueron.
-No, mama vieja, yo no voy hacer eso. Yo me voy a casar.
Tanto instar, le dijo que bueno, la vieja, y la llamó:
-María Celedonia.
-¡Señora!
Salió la sapita saltando.
-¿Ésta es su hija?
-Ésta es m'hija.
-¿Ésta es la que canta?
-Ésta es la que canta.
Como le prometió casarse, se casó áhi no más. Y la sapa se metió en el pozo y él quedó mirandolá. En este transcurso los hermanos ya se casaron. Ellos sabían, como también sus padres, que éste se casó con la sapa.
-Qué -dice el viejo un día, voy a ver cuál de mis tres nueras es más hábil.
Les pidió una camisa a cada una.
Cuando recibió el pedido el esposo de la sapa, se puso a llorar junto al pozo. Sale la sapita y le preguntó:
-¿Por qué estás tan triste?
-Porque mi padre me pide que le mandés una camisa y vos, ¿qué camisa vas a hacer?
-Dejá no más. No tengás cuidao.
Se entró al pozo y en seguida salió con una camisa sin costura, pero muy linda, y la mandó.
Las otras le mandaron unas camisas de lienzo, pero muy fieras.
Las tiró, el viejo, y se puso la de la sapita. En seguida se le ocurrió al viejo otra vez de tener una manta hecha por sus nueras y se las pidió.
Otra vez, muy lloroso, el esposo de la sapita se puso a llorar junto al pozo. Sale la sapita y le dice:
-¿Por qué llorás?
-Cómo no voy a llorar, mi padre me pide que le mandés una manta y vos ¿qué manta vas a mandar?
-Dejá no más, no llorés.
Se entró al pozo. Dentro de media hora sale con una manta de vicuña que cabía en una cáscara de nuez. Se la mandó. ¡Qué!, las otras le mandaron unos chuses por manta. Los tiró el viejo y se quedó con la de la sapita.
Bueno, ahora se le ocurrió a los viejos de conocer a las nueras, Los invitaron a los tres hijos pal cuatro de agosto con las mujeres.
Otro lloro pal esposo de la sapita. Se sentó al lado del pozo a llorar sin taparse la cara. Sale la sapita, saltando.
-¿Por qué estás tan triste?
-¿Cómo no voy a estar triste? Dicen mis padres que vamos con las nueras. ¿Cómo te voy a llevar?
-No tengás apuro. Dejá de llorar. Ite pa dentro. Ya salgo yo.
Se fue. Dentro de media hora lo habla la sapita y salió. Se dio con otra pieza, con cortinas de seda, puertas de vidrio y qué sé yo. Detrás de otras cortinas, una niña, pero sumamente linda. Entró el joven. Se abrazaron y se besaron y qué sé yo.
Le tenía un hermoso traje, relós, sombrero de paja. Recién conoció a su esposa que con el Dios se lo pague, la sacó del encanto. Al frente había un coche que ni el Rey con ser Rey lo tenía. Macanudo, ¿no?
Los otros hermanos ya estaban en la casa, haciendo farsa del esposo de la sapa; decían cómo la irá a trer. ¿En un vaso con agua? En un mate 'e porongo será mejor.
Bueno, se fueron. Cuando se enfrentaron a la casa, salían los viejos poniendosé la mano en los ojos por el reflejo del coche. Las otras nueras eran unas mujeres más bien feas, y la sapita toda una hermosura, ¿no? Bueno, los viejos de contentos que se caían y se levantaban.
Para este recibimiento se hizo un baile. Que había cabritos, chanchos, pavos asados, empanadas, locro y vino. Cuando en la mesa la sapita comía, guardaba los huesitos en el pecho. Las otras mujeres hacían lo mismo. Cuando la sapita bailaba, caían los huesitos hechos moneda. Corrían los pobres y las alzaban. Y cuando bailaban las otras, les caían huesos no más. Corrían los perros y los comían. Hubo mate también. Y hasta yo me encontré por la cocina. Y de ahí vine a contar el cuento. Y sale por un zapato roto, que usté me cuente otro.

José G. Roldán, 59 años. Tasquín. Vélez Sarsfield. La Rioja, 1950.

El cuento tradicional de La ranita encantada se ha ensamblado en el cuento de El camino del cielo o La carta.

Cuento 968. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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