Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La soberbia .949

Que era una niña muy pobre y muy soberbia. No creía en nada ni en nadie. Se casa con un joven tan pobre como ella. Tienen un hijo y no quiere hacerlo bautizar.
Manda Dios a la muerte, para que la engañe en alguna forma y consiga hacerlo cristianar. Viendo Dios que la mujer no le hace caso a la muerte, viene él y tampoco consigue nada. Le dice la madre del niño que él es un injusto, que da al rico y al pobre no, que ayuda al que tiene y al que necesita no le da nada. Por eso no iba hacer bautizar el hijo, porque no hay justicia.
Como no consigue nada y el niño ya está grande, la manda de nuevo a la muerte, que le prometa darle una virtú al esposo, con la condición que haga bautizar el niño.
La muerte le dice que la virtú será de sanar a todo enfermo por más mal que esté, siempre que ella no esté en la cabecera. Que si la ve a la derecha, izquierda, o a los pies del enfermo, que lo cure con la seguridá que sanará.
La mujer aceta, hace bautizar el niño y la elige de madrina a la muerte. El hombre empieza a curar, y la familia mejora la situación.
Cierto día, en un pueblo distante, una niña de familia rica está muy enferma. Ningún médico le encuentra el mal.  El padre que sabe que hay un curandero muy bueno, viene a buscarlo y le ofrece doscientos pesos. El hombre va y se da con la muerte en la cabecera, pero como desea ganar a toda costa esa cantidá de plata, cambia la posición de la cama, la cura y sana.
Muy contento vuelve a la casa y se encuentra con la muerte, que le dice que por qué ha desobedecido.
Lo hace entrar a una pieza y le enseña dos velas, una grande, y la otra chica. Le dice que la grande era la vida de él y la chica de la niña que sanó, que al sanarla había cambiado su vida por la de ella.
El hombre se acercó y le dio un puntapié y dijo que para vida poca, más vale nada. Se apaga la vela y cae muerto de espalda.

Clorinda de Flores, 45 años. Catuna. General Ocampo. La Rioja, 1950.

Oriunda de la región. Buena narradora.

Cuento 949. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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