Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 4 de julio de 2012

El sastre y el zapatero .390

390. Cuento popular castellano

Era un sastre que tenía muchos deudores y no pudiendo pagar lo que debía, dijo un día a la mujer:
-He pensado una cosa. Puesto que no hacen más que llamar a la puerta a todas las horas y no tenemos para pagar a nadie, he pensado hacer el muerto a ver si nos perdonan lo que debemos.
Así lo hizo. Y al correrse las voces por el pueblo que el sastre había muerto, los deudores, el que más y el que menos, decían:
-A mí me debía tanto; pero ahora, ¿qué le vamos a hacer? Ha muerto; ha perdido más que nosotros. Ya le perdonamos lo que nos debía.
Pero había en el pueblo un zapatero, a quien el sastre le debía un real, que decía:
-Yo no le perdono mi rial. Lo único que hago es ir esta noche a velarle a la iglesia.
Por la noche llevaron el cadáver del sastre, el que hacía el di­funto, a la iglesia y lo pusieron en las andas en medio de la igle­sia. Y el zapatero se subió a velarle al púlpito.
Aquel día había habido un robo considerable y al no saber los ladrones adónde ir a partir el dinero, viendo luz en la iglesia a medianoche, se metieron allí. Se pusieron a partir las onzas a al­muenzas y decían:
-Esto para ti. Esto para ti. Y esto para ti.
Después de partir la cantidaz, sobraba una onza y dice uno de los ladrones:
-Esta onza que sobra es para el primero que dé una puñalada al difunto que está en ese ataúz.
Al oír eso, el que estaba haciendo el difunto se levantó corrien­do del ataúz, diciendo:
-¡Animas mías, amparazme!
Entonces el zapatero se tira del púlpito dando gritos y los la­drones, atribuyendo eso a un milagro, salieron cada uno por don­de pudo, dejando allí todas las onzas robadas.
Entonces entre el difunto y el zapatero partieron las onzas. Y mientras hacían el reparto, se acordó el zapatero del real que le debía el sastre y le dijo:
-Y, ¿mi rial? Ya sabes que me debías un rial de una compos­tura que te hice.
Pero el sastre seguía diciendo:
-Esa cantidaz para ti y esta cantidaz para mí. Esa cantidaz para ti y esta cantidaz para mí.
Pero el zapatero seguía diciendo:
-Pero, ¿mi rial? ¡Ahora dame mi rial!
A todo esto los ladrones pararon de correr. Reflexionaron y dijeron:
-Parece mentira que hayamos tenido valor para hacer este robo tan grande y ahora tengamos miedo de las ánimas y lo haya­mos dej ao allí en la iglesia.
Y en esto el que era más valiente de todos dijo: 
-¡Yo no lo dejo; voy a por ello!
Pero como iba ya con miedo, antes de entrar en la iglesia, se puso a escuchar en la puerta y oyó que decía el zapatero:
-Y, ¿mi rial? Y, ¿mi rial?
Entonces el ladrón, aterrado, dio la vuelta a todo correr y dijo a sus compañeros:
-¡Chicos, vámonos corriendo! ¡Aquello está lleno de ánimas! ¡Con las onzas que había y no tocan ni a rial, que está una recla­mando el suyo!
Y echaron a correr sin atreverse a volver la cara atrás.

Peñafiel, Valladolid. Mariano Ruiz Salinero. 27 de abril, 1936. Dulzainero, 58 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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