386. Cuento popular castellano
Estando en la calle de Santander pidiendo con
mi madre, llegó un ciego que se encontraba desalarao, y le dice a mi madre que
si le hacía el favor de darle el chiquito para lazarillo. Y mi madre le contesta
que no tiene más hijos, que no se le daba. Y yo dije:
-Yo me voy con él.
Y estando pidiendo con él por la calle
Santander, bajó una señora a decir que si queríamos un poco de comida que
habían dejado. Y dijimos que lo bajase. Y bajó un plato de garbanzos y otro de
carne. Y al ciego yo le iba echando los huesos, y yo me iba comiendo la carne.
Y bajó la señora a recoger los platos y dice:
-¿Qué tal, les ha gustado a ustedes?
-¡No crea ustez que semos perros para
bajarnos na más huesos!
Y dice la señora:
-Pues, aunque les he bajado huesos, les he
bajado bastante carne.
Y entonces dice el ciego:
-Pues, entonces se lo ha comido este granuja
de lazarillo. Y me cogió de la solapa y me da dos pechugones. Y dije:
-Ya te alcordarás.
Y subiendo por la carretera de Francia, venía
un toro que se había escapado de la
Plaza de Burgos. Y andaba el Conde Berberana detrás de él
para matarle. Y yo, que le veo venir por la carretera, le digo al ciego:
-Aguarde, que ahora viene un señor que algo
nos ha de dar; que ahora voy a tirar el pantalón.
Y viene el toro, ¡tun, tun! ¡tun, tun! ¡tun,
tun!..., la carretera
alante. Y se pone el ciego metá de la
carretera, y dice:
-Caballero, haga el favor de socorrer a este
pobre.
Le coge de la embragadura y le tira a metá de
las tierras.
-¡Auxilio, lazarillo!
Y le contesté:
-¡Mira a ver si hay huesos o si hay carne!
Covarrubias,
Burgos. Feliciano
Velasco. 6
de junio, 1936. 60
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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