303. Cuento popular castellano
Éste era un cura en un pueblo que tenía una
ama anciana. Y se murió. Y tuvo que coger otra, la cual se ponía a comer con él
y ella no comía. Y unas cuatro o cinco días estuvo así, sin comer, y ya el pobre
señor cura, pues le extrañó que no comiera. Y dijo un día:
-Prepárame la escopeta, el caballo y el
morral para ir de caza. Y él, en vez de ir de caza, se escondió detrás del culo
del horno. Y el ama, ya, cuando se marchó, dijo:
-¿Qué almorzaré hoy? Pues me voy a hacer unas
migas.
Se las hizo y se las comió y se puso a hacer
sus labores. Llegó
la hora de comer y dijo lo mismo:
-¿Qué comeré? Bueno, pues -dice-, una
tortilla.
Fue a la despensa, cogió ocho huevos, cuatro
chorizos, se hizo una tortilla y se la comió. Bueno, se puso lo mismo: se sentó
a hacer media y a coser. Bueno, llegan las cinco de la tarde:
-¿Qué merendaré?
Va al corral.
-Hay muchos pollos. Mi amo no los echará de
menos. Voy a ahogarme dos pollos y me les meriendo.
Bueno, aquella tarde llovió. Llega el
anochecer y viene el señor cura, sale de su escondrijo. Y ella toda apurada,
diciéndole:
-¡Ay, cómo se habrá usted mojao! ¡Cómo vendrá
usted! ¡Yo todo el día pensando en usted!
Y él dice:
-Pues no, no me he mojado nada. Porque caía
una agua tan menudina, tan menudina, como las migas que usted almorzó, que si
no es por una pared tan gorda como la tortilla que usted se comió, tan ahogao
vengo como los pollos que usted merendó.
Al ver esto, el señor cura tuvo que despedir
a la criada. Y colorín colorao, este cuento se ha acabao.
Astudillo,
Palencia. Srta.
de Ercilla. 13
de mayo, 1936. 70
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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