332. Cuento popular castellano
Un hombre se puso a cantar a la puerta de una
tienda. Y había allí uno que estaba comiendo sardinas. Y como cantaba tan bien,
el que estaba comiendo le dio una sardina. Y se le quedó la esquena en el
tragadero. El otro fue y le llevó ande el médico. Le dejó en la escalera y
entró a avisar que en su casa había un enfermo. El médico dijo que iría en
seguida, y al salir, como no sabía que el enfermo estaba allí, le pegó un
puntapié. Y el enfermo cayó rodando por la escalera abajo. Como el de la
esquena no se movía, le dijo el que le había traído:
-Pues, ustez le ha matao y se tiene que
encargar de él.
Y el médico había oído que a su vecino de
enfrente le quitaban la manteca. Y cogió y subió al que creía muerto, y le
colgó en la chimenea de su vecino. Al otro día llegó el amo y, viéndole, le
dijo:
-¡Ah, granuja, tunante! Tú eres el que me
coges las mantecas. ¡Bájate de ahí! ¡No te agarres, no te agarres, que no te ha
de servir pa nada!
Y le cogió del pie y le echó abajo. Y empezó
a darle una panadera, a darle palos. Y después, al ver que no se menea, dice:
-¡Uy, si le he matao!
Y cogió y lo llevó ande la tienda de
enfrente, y le puso la mano en una navaja, igual que si la iba a coger. Y salió
el amo:
-¡Conque me coges las navajas!
Y le dio una bofetada y le tiró al suelo. Y
al tiempo llegaron unos guardias, y le dijon:
-¿Por qué ha matao ustez a ese hombre? Y él
dijo:
-Es que me se ha querido tirar al pescuezo, y
me ha querido coger una navaja.
Y los guardias le dijon:
-Pues, hay que ahorcarle.
Y ya estaba en la horca. Y fue el que le
había pegao la panadera, y les dijo:
-No le ahorquen ustedes. Es inocente, que he
sido yo el culpable.
Y ya salió el médico:
-Yo soy el culpable. Es que le llevaron a mi
casa y le dejaron en la escalera, y no sabiendo que estaba allí, le di un
puntapié y le hice rodar por la escalera, y le he matao.
Y después salta el de las sardinas:
-He sido yo, que le he dado una sardina, y se
le quedó la esquena en el tragadero y se ha ahogao. Y antes que se cumpla la
condena, tráiganme al muerto.
Trajeron al muerto, y le cogió y le abrió la
boca y le quitó la espina. Y se echó a correr.
Villadiego,
Burgos. Ausivio
de la Peña.
28
de mayo, 1936. 40
años. (Dice que lo leyó en un libro, «Cantarito de
Lágrimas».)
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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